En sus últimos días como ministro de la Corte Suprema, Carlos Santiago Fayt eligió una despedida distinta de la de Cristina Fernández. Sin declaraciones, sin exposición pública y sin ataques. No aceptó ninguno de los homenajes que intentaron realizarle, ni siquiera el que quisieron organizar sus colegas del máximo tribunal. Prefirió un retiro silencioso. El único acto que permitió hacer en su honor fue el de un foro de abogados de Santa Fe. Apenas un puñado de jóvenes profesionales, algunos pocos amigos y NOTICIAS como único medio presente.
—Quiero saludar a todos —empezó Fayt en su despedida.
—Pero ya los saludaste —lo interrumpió Margarita Escribano, su esposa.
—No importa, es para darles un beso a las chicas —le retrucó con el humor que lo caracteriza y que, aseguran los íntimos, no perdió ni siquiera en los momentos en que el Gobierno lo había puesto en la mira de su bombardeo.
Con 97 años y 32 como ministro de la Corte, Fayt emprende su retiro tal cual lo había estipulado: el 11 de diciembre. Un día después de la salida del poder de la Presidenta. Luego de que el aparato K intentara removerlo por considerar menoscabada su capacidad psicofísica y tras múltiples ataques mediáticos de Cristina y sus secuaces, el longevo ministro logró su cometido: la Presidenta deja el poder antes que él.
Ahora, sin las presiones de su trabajo, aseguran sus allegados que tendrá más tiempo para leer y escuchar música clásica, sus dos pasiones. Creen que su rutina no se va a alterar: levantarse a las 5 de la mañana y continuar con sus diez minutos diarios de caminata en la cinta, en el semipiso de Recoleta que comparte con su mujer. “Pero la idea es que no pierda su vida social activa”, le asegura Margarita a NOTICIAS. Por eso, en la Corte le permitirán conservar su despacho por un tiempo más para que reciba visitas.
El perfil bajo de su retiro es absoluto. Incluso su mujer se disgustó con los organizadores cuando trascendió en el diario Clarín el acto que se haría en su honor.
Despedida. El jueves 3, Fayt llegó a su despacho antes de las 11 de traje y zapatillas, para caminar cómodo. Allí lo esperaban los jóvenes abogados del Foro de Práctica Profesional de Santa Fe y algunos colegas amigos para entregarle el libro que hicieron en su honor. “Cuando peleaba contra la corrupción me dijiste que no baje los brazos. Estoy acá gracias a vos”, remarcó Ricardo Monner Sans entre lágrimas de emoción.
La seguridad quiso sacarlo del despacho apenas terminó el acto formal, pero Fayt decidió quedarse varios minutos más en su agasajo, saludando de a uno a los participantes. Luego sí, tomó su bastón y salió caminando de su oficina.
Su entorno asegura que se retira sin problemas serios de salud, más allá de cuestiones lógicas de su avanzada edad. Este año debió superar algunas enfermedades, como un cuadro de faringolaringitis que se convirtió en un inconveniente crónico que le afecta la voz. Pero en las palabras que emitió en ese acto demostró su lucidez.
La espina de los feroces ataques kirchneristas se las lleva a su retiro. No hubo frases de agravio, pero sí un consejo que lo demuestra: “Mi mayor deseo es que no tengan tantos problemas en su vida laboral”, les auguró a sus colegas.
Corte en emergencia. Con la salida del ministro Fayt, el máximo tribunal quedará conformado en su mínima expresión. Apenas con tres ministros: Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco y Juan Carlos Maqueda. Por eso, la incorporación de al menos dos nuevos jueces resulta imprescindible.
Aun antes de asumir, Mauricio Macri ya tuvo su primer enojo con la Corte. El fallo que le ordena a la Nación devolverles a tres provincias casi 100.000 millones de pesos, justo en el final de la década kirchnerista, es un puñal para el nuevo gobierno. Por eso, un sector de Cambiemos analiza la idea de conformar un máximo tribunal de siete miembros, para restarle poder a los que están.
Mientras sigue el fuego cruzado en la batalla por cómo será la ceremonia de entrega del bastón presidencial, Fayt eligió otra manera de jubilarse.