“No tengo idea si fueron nueve mil o treinta mil, si son los que están anotados en un muro o son muchos más”. “La horrible tragedia que fue esa guerra sucia”. “No es que no los apoye (los juicios contra los represores) es que no puedo interferir”. “Hebe de Bonafini está desquiciada”. Estas fueron las definiciones sobre las políticas vinculadas al proceso de memoria, verdad y justicia de los crímenes de la última dictadura que dejó una entrevista que dio el presidente Mauricio Macri al portal BuzzFeed. Las frases provocaron la respuesta de los organismos de derechos sociales y de dirigentes políticos, que destacaron que Macri mostró “un despreció por el tema”, alertaron sobre un retroceso en las investigaciones sobre los crímenes de lesa humanidad y advirtieron acerca de un objetivo no declarado del Gobierno para cambiar el paradigma sobre lo ocurrido en la década del 70 y acercarse a la teoría de los dos demonios.
El Presidente comenzó la entrevista contando que prefería a Lionel Messi por sobre Diego Maradona, el malbec sobre el fernet y el taxi sobre Uber (aunque esto último lo tuvo que pensar). Después de ese primer momento, la periodista Karla Zabludovsky le preguntó sobre el aborto (lo condenó), la relación con Estados Unidos, el tarifazo (ver página 2) y también acerca de las políticas vinculadas a los crímenes del terrorismo de Estado. “Tengo un secretario de recurs…de derechos humanos”, dijo el Presidente, en un fallido con el que equiparó a Claudio Avruj con alguien que administra el personal de una empresa.
Macri aseguró que está “de acuerdo” con “todo lo que sea esclarecer la verdad del pasado” y que “hay muchas víctimas y tienen derecho a saber qué pasó con sus familiares”. Leídas con atención, sus palabras son suficientemente ambiguas para referirse tanto a los desaparecidos como a quienes hablan de investigar a los miembros de las organizaciones armadas. Siempre repite la palabra “verdad, nunca dice “justicia”, que es el objetivo central de los actuales juicio”. Sobre ellos, afirma que no interfiere y da a entender que impulsarlos, como hizo el gobierno anterior, implica “presionar” a los jueces.
Al ser consultado sobre si fueron 30 mil los desaparecidos, respondió: “Es un debate en el que no voy a entrar. No tengo idea si fueron 9 o 30 mil. Si son los que están anotados en un muro o son muchos más. Es una discusión que no tiene sentido”. Y se refirió a la última dictadura como “guerra sucia”.
“Parece que no le preocupa, no quiere entrar en el tema, pero le quiero decir que no es ´un muro´, es un espacio de Memoria”, respondió a Página12 la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, en referencia al Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado del Parque de la Memoria, donde figuran los nombres de los desaparecidos y al que –todo hace suponer– se refirió Macri, ya que lo conoció durante la visita del presidente norteamericano, Barack Obama.
Los organismos de derechos humanos criticaron la idea macrista de “no interferencia en los juicios” a los represores. El mismo concepto había usado el Presidente apenas asumió, cuando desde un editorial el diario La Nación pidió el fin de las condenas para los responsables de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura. “Es un tema de la justicia”, dijo en ese entonces y ahora. Pero el Poder Ejecutivo puede tener (o no) un rol en impulsar los procesos, en acompañar a las víctimas –como hace el centro de asistencia Ulloa, cuyas funciones fueron recortadas– o en contribuir con investigaciones, como en su momento se hicieron en Cancillería, el ministerio de Defensa o en la Comisión Nacional de Valores. De hecho, el martes se supo que la secretaría de Derechos Humanos se retiraba como querellante en el caso Saiegh, en el que está involucrado el ex vicepresidente del Banco Central durante la dictadura Alejandro Reynal.
“Vemos un retroceso en estos temas. En el rol del Estado, en el acompañamiento de los querellantes”, señaló Carlotto. La presidenta de Abuelas se refirió a la diferenciación de Macri acerca de los derechos humanos del pasado y los del siglo XXI y la preferencia del Presidente por estos últimos, como si las preocupaciones fueran excluyentes: “Nosotros no somos indiferentes a esos derechos, apoyamos a las mujeres para que sean respetadas, pedimos por Milagro Sala, que es una presa política. Nos preocupa y duele la gente que no tiene para comer. Nuestra tarea no es pasado, es presente. Los que están enjuiciados saben dónde están nuestros nietos y no lo dicen. Macri es coherente, es un empresario y ve la frialdad de los números. La población sufre las consecuencias de la inflación, el tarifazo. Dicen que están aprendiendo, pero mirá si un piloto arriba de un avión dice ‘estoy aprendiendo’, si toman una responsabilidad, tienen que hacerse cargo”.
“No hubo una guerra ni sucia ni limpia, hubo terrorismo de estado. Repudiamos la palabra del presidente porque demuestran que no le importa el genocidio que hubo en el país. Si le importan los derechos humanos del futuro que se ocupe de la gente que no tiene trabajo, porque sin trabajo no hay educación, ni salud. Nosotras estamos junto a todos a los que les importan estas cosas”, dijo Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Al rechazo de los organismos de derechos humanos se sumaron el bloque de diputados del Frente para la Victoria que preside Héctor Recalde, el del presidente de la comisión de Derechos Humanos de la Legislatura porteña, José Cruz Campagnoli y el del dirigente del MST Alejandro Bodart.
“No son declaraciones, sino políticas que se están tomando”, afirmó Mabel Careaga, de la Familiares y Compañeros de los 12 Desaparecidos de la Santa Cruz. “Quieren modificar el paradigma respecto a lo que pasó en década del 70 –aseguró– y volver a teoría de los dos demonios. No cuestionan el número, cuestionan la magnitud del terrorismo de estado. Nosotros no cuestionamos el número de tragedia sino que analizamos sus causas. Lo dijo la justicia en sus fallos, que hablan de terrorismo de estado en el marco de genocidio”, agregó la dirigente.
“¿De qué guerra se puede hablar cuando la mayoría de las víctimas fueron secuestradas totalmente desarmadas en sus lugares de trabajo, en la vía pública o en sus casas a plena noche? ¿De qué guerra cuando pensamos en las sesiones de tortura a alguien, desnudo y atado a una parrilla? ¿De qué guerra cuando pensamos en violaciones y esclavitud sexual, o en los chicos que nacieron en los campos de exterminio? El concepto de guerra que utiliza Macri es el mismo que se desprende de la doctrina de la seguridad nacional y los reglamentos militares secretos, en los que la guerra es la imposición del terror sobre la sociedad civil para que no pueda organizarse. Macri es la parábola perfecta. Un día dice que los jueces y leyes laborales tienen que proteger más al patrón, otro día acepta que torturadores y violadores desfilen; echa trabajadores e impone tarifazos mientras reduce y quita retenciones y da vía libre para girar divisas al exterior, disminuyendo la participación de los asalariados en el PBI para incrementar la de los grupos concentrados. Y otro día habla de guerra sucia, dejando en claro a qué sector pertenece donde la ignorancia por opción es moneda corriente”, señaló Rodolfo Yanzón, abogado querellante en juicios sobre el terrorismo de Estado. Yanzón también reclamó que el Presidente no agravie a las Madres de Plaza de Mayo y a Hebe de Bonafini en particular: “Mientras Hebe y las otras Madres lucharon con valentía, Macri y los suyos comían de la mano asesina. Que tenga un poco más de respeto, o al menos que calle”.
Desde HIJOS (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) también repudiaron el maltrato a la presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, a quien Macri llamó “desquiciada”, en una equiparación con el calificativo de “locas” que la dictadura eligió para las mujeres que marchaban alrededor de la Pirámide de Mayo para exigir respuestas sobre el destino de sus hijos.
HIJOS afirmó que Macri demostró un desprecio por el tema de los desaparecidos y que su desinterés se refleja en la falta de definición por parte del gobierno sobre las políticas de memoria, verdad y justicia y el debilitamiento de áreas para sostenerlas: “Hay algo en lo discursivo que es lo no nombrado, lo no dicho: Macri no nombra a las víctimas, no entra al tema ni siquiera en el terreno del lenguaje. Macri sostuvo que hubo “una guerra sucia”, así como el 24 de marzo pasado, a 40 años de la última dictadura cívico-militar, dijo que fue “violencia política” la que hubo en la década del 70 en la Argentina. De este modo, pretende minimizar un consenso social profundo que ya le puso nombre a ese horror: dictadura cívico-militar. Macri desconoce incluso fallos judiciales de nuestro país”. El organismo de derechos humanos también retrucó la idea que la investigación y sanción de los represores sean cosas del pasado. “Que lo demuestre encontrando a todos los nietos y nietas de las Abuelas, identificando a todos los genocidas, terminando con la impunidad para todos ellos, incluidos los civiles, y que nos diga ahora mismo a todas las familias dónde están los cuerpos de los desaparecidos”.