La Policía alemana detuvo este viernes al presunto autor del ataque con explosivos contra el ómnibus del Borussia Dortmund, cuyo móvil, según la fiscalía, fue un afán de lucro especulando con las acciones del club de fútbol germano.
“La fiscalía federal hizo detener” el viernes en la región de Tubinga “a un ciudadano germano-ruso de 28 años, Sergej W.”, explica en un comunicado.
Según la fiscalía, el móvil del sospechoso no era terrorista -una de las pistas investigadas- sino económico.
El joven sospechoso había especulado con una caída del precio de la acción del Borussia Dortmund y buscaba por lo tanto enriquecerse atacando al equipo e “hiriendo”, o incluso matando, a jugadores, indicó la fiscalía.
El hombre compró el día del ataque, el martes 11 de abril, el equivalente de 15.000 opciones del club apostando a que bajarían. La transacción, financiada por un “crédito al consumo”, fue hecha desde el hotel “L’Arrivée” en Dortmund, donde el equipo alemán estaba concentrado para el partido.
Según la edición digital del periódico alemán Bild, la operación le habría generado ganancias de hasta 3,9 millones de euros (4,2 millones de dólares).
La explosión se produjo justo antes del partido de ida de los cuartos de final de la UEFA Champions League entre el Borussia Dortmund y el Mónaco. El vehículo del equipo alemán fue objetivo de tres explosiones que hicieron estallar un cristal en la parte trasera del vehículo.
Los explosivos, al parecer escondidos en un arbusto y accionados al paso del ómnibus, contenían varillas metálicas que fueron propulsadas por la deflagración.
Una de las varillas se incrustó en el reposacabezas de un asiento del vehículo y otra fue hallada “a 250 metros” del lugar de la explosión, precisó la fiscalía. El jugador español Marc Bartra resultó herido y fue operado esa misma noche de una fractura en la muñeca.
Un agente de la policía que escoltaba el ómnibus en moto sufrió por su parte un trauma acústico. El partido fue aplazado al día siguiente.
Según la fiscalía, que ha convocado una conferencia de prensa para hoy, el hombre había alquilado desde “mediados de marzo” una habitación en este hotel en donde se instaló dos días antes de los hechos.
Las autoridades alemanas, que sospechaban que se trataba de un atentado yihadista, habían abierto una investigación por “intento de homicidio”, sin utilizar oficialmente el calificativo “terrorista”, alegando que era muy pronto para sacar conclusiones.
La policía se había orientado hacia la pista islamista tras hallar en el lugar del ataque tres ejemplares de una carta redactada “en nombre de Alá” y pidiendo a Alemania que dejara de participar en la coalición internacional contra los yihadistas en Siria con sus aviones Tornado.
La autenticidad de esta misiva fue no obstante puesta seriamente en duda por los investigadores, que habían igualmente analizado otras dos cartas de reivindicación, una que emanaba de la extrema derecha y otra de la extrema izquierda, sin que esas dos pistas se confirmaran.
La implicación de un iraquí de 26 años, presentado en un momento como el principal sospechoso, tampoco había sido confirmada. Al hombre se le dictó dos días después del ataque detención provisoria pero por “pertenecer al grupo Estado Islámico” (EI) en Irak en 2014 y 2015 y por sus contactos con esa organización desde Alemania.
Un centenar de investigadores fueron movilizados para la investigación a fin de que pudieran explorar todas las pistas.
El incidente obligó a reforzar el dispositivo de seguridad en los alrededores del estadio de Dortmund y relanzó el debate sobre la seguridad en los eventos deportivos.