“Histórico” para algunos, “sísmico” para otros.
El acuerdo logrado entre Irán, Alemania y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia) para limitar el programa nuclear iraní a cambio de aliviar las sanciones internacionales ha tenido repercusiones en la comunidad internacional.
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Si bien los cerca de dos años de negociaciones han rendido sus frutos, la gran interrogante ahora es qué consecuencias tendrá el tan esperado pacto.
BBC Mundo analiza cómo puede cambiar el panorama económico y geopolítico tras el acuerdo.
La importancia del petróleo
No es un acuerdo económico, sino nuclear. Pero el levantamiento de las sanciones impactará directamente en la economía no sólo de Irán, sino del mundo.
El congreso de EE.UU. tiene 60 días para aprobar o rechazar el acuerdo. De concretarse, se espera que Irán firme lucrativos convenios con grandes empresas de energía que ya han mostrado interés y que aumente considerablemente su producción de crudo.
Teniendo en cuenta que Irán tiene la cuarta mayor reserva de petróleo del mundo, 150.000 millones de barriles, y la segunda mayor reserva de gas natural del planeta, el potencial es gigante.
Actualmente, Irán produce 2,85 millones de barriles diarios de petróleo (BDP), pero Bijan Zanganeh, ministro de Petróleo, anunció que, de levantarse las sanciones, la producción de crudo aumentará en 1 millón de BDP.
Si bien Irán aseguró que el aumento en su producción no tendrá un gran impacto en el mercado global, el martes, tras anunciarse el acuerdo, los precios del petróleo registraron caídas.
El precio del crudo Brent bajó US$1,15 a US$56,70 el barril, mientras que el crudo estadounidense cayó US$1,05 a US$51,15.
Se espera que Irán aumente sus exportaciones de petróleo en hasta un 60% en un año, según una encuesta de 25 analistas petroleros realizada por la agencia de noticias Reuters.
Esto a partir de que Irán buscará recuperar mercado en los países que redujeron las importaciones como consecuencias de las sanciones.
Sin embargo “cualquier cambio en este ámbito no vendrá de inmediato y será muy lento”, le explica a BBC Mundo Dina Esfandiary, investigadora del Centro de Estudios en Ciencia y Seguridad de King’s College London y experta en Irán.
“La infraestructura petrolera y de gas en Irán es muy básica“, explica la académica. Incluso si la inversión es impulsada por grandes multinacionales, construir la infraestructura necesaria tomará años. Y de ahí, llegar a un incremento significativo de la producción, probablemente décadas.
Chiitas versus sunitas
En términos geopolíticos, que Irán se alíe con EE.UU. y Europa puede tener “consecuencias sísmicas”, según explica el editor de BBC Árabe, Mohamed Yehia.
Históricamente, Irán ha sido el gran defensor de las comunidades chiitas en Medio Oriente, en contraste con los grandes reinos sunitas impulsados por los países del Golfo y liderados por Arabia Saudita.
“La confrontación es entre chiitas y sunitas. Irán apoya al gobierno de Asad en Siria, a Hezbollah en Líbano y la revolución en Yemen. Los sauditas lo ven como una gran amenaza“, asegura Yehia.
Además, según Yehia, el gobierno de Arabia Saudita acusa a Irán de fomentar –y financiar- la disidencia chiita dentro de su propio territorio.
La rivalidad entre los persas y los árabes es histórica. Y desde la Revolución Islámica de 1979, EE.UU. ha estado del lado de los sauditas. Eso puede cambiar ahora.
Sin embargo, “el apoyo de Irán a minorías chiitas no necesariamente tiene que ver con una agenda sectaria, como sí lo es, del otro lado, la de Arabia Saudita”, explica Esfandiary.
Los sauditas, que además son los principales productores de petróleo en la región, se verán directamente afectados si Irán logra acuerdos comerciales con occidente y no verán con buenos ojos que su principal aliado en Occidente se vuelva amigo de su enemigo.
“Temen que el acuerdo no garantice que Irán detenga su programa nuclear y que se vuelva más fuerte”, asegura Yehia.
El factor Israel
Arabia Saudita no es el único enemigo histórico de Irán en la región. Ni el único aliado de EE.UU.
“Israel ha dejado claro que está muy enojado. El propio primer ministro Benjamin Netanyahu ha dicho que está profundamente preocupado por este acuerdo, el que definió como un error histórico”, explica Yehia.
“Este acuerdo no es malo sólo para Israel, es peligroso para todo el mundo libre. Darle libertad para desarrollar armas nucleares al más grande patrocinador del terrorismo es como pasarle fósforos a un pirómano”, aseguró Danny Danon, ministro de Ciencia y Tecnología israelí.
Y el país desplegó abiertamente todo su poder y contactos internacionales para intentar detener las conversaciones.
En marzo Netanyahu visitó el congreso de EE.UU. invitado por la oposición republicana para criticar las negociaciones con Irán y advertir sobre las consecuencias que podría traerle a EE.UU. un peligroso distanciamiento con su principal aliado en Medio Oriente.
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Poco después y en lo que se consideró un golpe a la diplomacia de Obama, 47 senadores republicanos enviaron una carta al gobierno de Irán advirtiéndole que cualquier acuerdo puede ser desconocido luego de que Obama termine su mandato.
Esfandiary cree que Israel y Arabia Saudita están “haciendo ruido” más que otra cosa. “Obviamente no les gusta el acuerdo. Y no habrá ningún acuerdo que los deje felices”, explica.
“Pero tendrán que entender que un Irán sintiéndose más seguro es algo que beneficia a toda la región”, asegura la investigadora.
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