La irrupción en las elecciones regionales y municipales de los nuevos partidos y plataformas ciudadanas revolucionó el bipartidismo reinante hasta este domingo en el panorama político español.
Con los resultados del domingo, Partido Popular (PP) y Partido Socialista (PSOE) siguen siendo los más votados pero ya no se repartirán regiones y municipios de manera de forma casi exclusiva, como hasta ahora hacían, con las excepciones de los bastiones de la izquierda y los centros de poder nacionalistas.
Los dos partidos tradicionales tendrán que contar a partir de ahora en el reparto del poder con las diferentes encarnaciones de los círculos del antiausteridad Podemos y con el más centrista Ciudadanos.
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Los grandes perdedores de la jornada, sin embargo, son Izquierda Unida, coalición formada en torno al Partido Comunista, y UPyD, formación centrista que ha sido desplazada por Ciudadanos.
Sin embargo, pese al retroceso, PP y PSOE siguen siendo las dos formaciones más votadas con más de un 27% y 25% cuando se había escrutado el 90% de los sufragios.
El PP permanece como primera fuerza a nivel estatal, aunque con 10 puntos menos que en 2011.
El PSOE es la segunda, con un retroceso de 2 puntos respecto a la elección de hace cuatro años.
Si bien en la mayoría de las 13 de las 17 comunidades autónomas que estaban en juego el PP resultó el partido más votado, la formación del presidente Mariano Rajoy pierde todas sus mayorías absolutas.
Por su lado, sólo en Asturias, Canarias y Extremadura, el PSOE resultaba el más votado.
Irrumpe Podemos
A nivel local, la pérdida de mayorías absoultas podría costarle al PP el control de numerosos ayuntamientos, entre ellos grandes capitales como Madrid, Sevilla o Valencia.
En eso será clave Podemos, cuyo líder, Pablo Iglesias, parecía ser uno de los que más motivos tenía para celebrar.
Los círculos afines al eurodiputado y joven profesor universitario podrían quedarse con las alcaldías de Madrid y Barcelona.
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Podemos, creado a principios de 2014 a partir de las protestas ciudadanas contra las políticas de austeridad de Rajoy, convenció a muchos con su discurso a favor de una regeneración de la vida política, muy afectada por los escándalos de corrupción que no han parado de salpicar a los dos partidos tradicionales.
“Hoy el mundo entero mira a Madrid, (…) teníamos una responsabilidad histórica”, dijo Iglesias a una multitud de simpatizantes.
En la capital, la candidata de la plataforma apoyada por Podemos, Manuela Carmena, resultó la segunda más votada (con un 31,8%) por detrás de Esperanza Aguirre (PP, 34,5%).
Carmena podría conseguir pactar con los concejales del PSOE y ser investida alcaldesa.
El caso de Madrid es visto por muchos como simbólico, por tratarse de la mayor ciudad del país y por ser donde tal vez mejor se plasmaba el nuevo tiempo político en el que se adentran los españoles.
Allí Aguirre, una política tradicional -exministra, expresidenta de la región y expresidenta del Senado- y apuesta casi personal del presidente del gobierno, Mariano Rajoy, apenas sacó un concejal de ventaja a la candidata surgida del movimiento de los “indignados”.
Y en Barcelona, una coalición liderada por la activista antidesahucios Ada Colau resultó la fuerza más votada y, si consigue aglutinar los apoyos de otras formaciones, podría arrebatarle el gobierno local a los nacionalistas conservadores de Convergencia i Unió (CiU), la fuerza política dominante de Cataluña durante las últimas tres décadas.
En plena celebración, Colau le dijo a la Cadena Ser que es “una victoria de la gente” y se mostró abierta a pactar con cualquier fuerza salvo CiU.
“Hemos puesto el modelo de ciudad por delante. La prioridad es Barcelona y su gente”, dijo Colau.
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Generales este año
Los comicios municipales y regionales eran percibidos como un importante barómetro de cara a las elecciones generales que se celebrarán antes de que termine el año y para las que todavía no hay fecha.
Se trataba sobre todo de someter a examen la salud electoral de los dos grandes partidos, el Partido Popular (en el gobierno) y el Partido Socialista, golpeados por la gestión de la crisis económica y varios escándalos de corrupción.
Y pese a los grandes cambios en el mapa electoral, algunos se muestran prudentes a la hora de certificar el fin del bipartidismo.
No en vano los dos grandes partidos tradicionales mejoran de alguna manera el resultado de las elecciones europeas de mayo de 2014, cuando entre los dos se quedaron por debajo del 50% y perdieron más de cinco millones de votos con respecto a los mismos comicios anteriores.
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