La siguiente frase de Juio De Vido no cayó muy bien dentro del kirchnerismo: “Muchos cercanos a mi espacio y otros del oficialismo, estoy seguro de que no resistirían, no ocho horas, ni 15 minutos de un allanamiento”. Incluso la propia Cristina Kirchner se quejó por la “despolijidad” del ahora diputado. Es que en plena campaña, ya es suficiente con la presión de los jueces y el Gobierno como para también disparar fuego amigo.
Así está De Vido hoy. Con su círculo íntimo cada vez más pequeño. Entre las pocas personas que lo visitan está Roberto Baratta, ex subsecretario de Coordinación del Ministerio de Planificación y hombre de confianza de De Vido. Este funcionario fue quien afirmaba y ejecutaba las desiciones más sensibles del ministerio y quien respondía desde principio a fin a los deseos del ministro. Un empresario de la obra pública suele hacer esa salvedad con Baratta: “Era el único que reportaba a De Vido. Ricardo Jaime y José López tenían línea directa con Néstor Kirchner”.
Otro que también lo visita seguido a De Vido es José María Olazagasti, quien desde que dejó la funcioón pública se dedica a la organización de shows musicales. Montó una oficina en Palermo, cerca de Plaza Italia, y dejó su casa en Tigre por un departamento en esa zona. Este año tendrá un hijo con su novia colombiana. Cuando José María no está disponible para acompañar a De Vido, lo reemplaza Lucas, su hermano menor. De Vido reparte sus días entre su departamento de la Avenida del Libertador casi Coronel Díaz y la chacra en Puerto Panal, en Zárate, donde cría canarios. Ambos domicilios fueron allanados el 24 de junio del año pasado por pedido del juez Luis Rodríguez en el marco de una causa por enriquecimiento ilícito. Este mismo magistrado lo investiga hoy por el desvío de fondos en el proyecto de la minera Río Turbio. En la causa por enriquecimiento, el entonces juez de ese expendiente, Octavio Aráoz de Lamadrid, lo había sobreseído. La Cámara Federal confirmó el sobreseimiento y el fiscal Germán Moldes no apeló. Era 2009. Otro país.
Este presente judicial también lo obliga a estar en permanente contacto con sus abogados Adrián Maloneay y su tocayo Julio Virgolini, quienes llegaron recomendados por Rafael Llorens, el ex jefe de Jurídicos del Ministerio de Planificación. Alfredo “Fredy”Lijo también suele hacer gestiones en favor del exministro. “Todavía sigue ayudando”, afirman voces cerca de De Vido.
La causa sobre el presunto desvío de fondos millonarios en la bra de yacimiento de carbón en Río Turbio complicó el presente. El fiscal Carlos Stornelli pidió el desafuero y posterior detención de Julio De Vido, pero el juez Luis Rodríguez le dio aire y no hizo lugar a los pedidos. Aún así, esta causa dejó envuelto al ahora diputado en la polémica e incluso se propuso expulsarlo de la Cámara Baja.
En la causa de los fondos desviados se investiga si utilizó a la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y su fundación para hacer contrataciones directas y así manejar los dineros públicos de manera más discrecional. La suma superaría los 3 mil millones de pesos. De Vido enfrenta otros expedientes judiciales, entre ellos uno por enriquecimiento que también lleva adelante el juez Rodríguez.
Los cinco hijos de De Vido lo suelen visitar, pero cada uno está con su vida. Facundo sigue trabajando en la productora de Jorge “Corcho” Rodríguez; Julito, compadre del mayor de los Olazagasti, estudia economía; Juan Manuel es Arquitecto como su padre, Valeria es abogada y Santiago vive en Córdoba, donde se dedica a su propio negocio: la compraventa de autos usados.
Tratamiento. Además de la Justicia, a De Vido lo aqueja la salud. Su diabetes se agravó en el último tiempo, la cual lo obliga a inyectarse insulina más de una vez al día. Debe controlarse cuando se levanta, antes y después de cada comida, y antes de irse a dormir. Las dosis son de larga y corta duración. Por ejemplo: por las noches se aplica una dosis de insulina de larga duración para no amanecer con un pico de azúcar en sangre.
Trabajo. De las nueve sesiones que hubo este año, De Vido fue a siete y faltó a dos. Va casi todos los días a Diputados y suele almorzar con sus asesores. Está en baja. Cada vez lo llama menos gente y siente la soledad del despoder o el destrato que reciben aquellos que ejercieron presión cuando estaban en lo más alto y ahora volvieron al llano.
El año pasado fue a 22 e las 25 sesiones. En los pasillos tiene buen diálogo con Máximo Kirchner, a quien conoce desde la época en que el hijo de Kirchner escuchaba heavy metal en Santa Cruz y usaba ropa negra todo el día. También conserva buen diálogo con Eduardo “Wado” De Pedro. No así con Axel Kicillof, quien ofició de verdugo de De Vido durante los últimos años del gobierno de Cristina Kirchner.
Judiciales. El pedido del fiscal Stornelli de detener a De Vido se desinfló cuando el juez Rodríguez no hizo lugar a esa solicitud. Luego, por una nota del diario Clarín que afirmaba que De Vido había amenazado con revelar datos sobre la familia del Presidente vinculados a casos de corrupción, el fiscal Carlos Rívolo lo intimó a denunciar estos delitos que no había denunciado antes. “Que el Gobierno siga jodiendo y yo voy a dar a conocer las cuentas”, habría sido el textual que le dijo el diputado a colegas opositores. En un escrito, lo desmintió. Al parecer, De Vido y la campaña seguirán en tribunales.
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