“Gracias a todos por vernos. Soy Kayleigh McEnany y esas son las verdaderas noticias”, dice al final de un video alabando el trabajo de
Donald Trump, la hasta hace pocos días comentarista de CNN, férrea defensora durante 2016 del entonces candidato republicano y ahora presentadora de la más reciente arma del presidente en su guerra contra los medios a los que acusa de difundir “noticias falsas” (
fake news)
En poco más de un minuto, hablando a la cámara y con un pequeño recuadro donde se ven las imágenes que ilustran sus palabras, McEnany hace un repaso por noticias relacionadas con el presidente, presentándolas de la manera como seguramente al presidente le gusta que se hablen de éstas.
Es parte de la movida profesional que la misma McEnany anunció el sábado en su cuenta Twitter. El domingo apareció el segmento informativo y el lunes se anunció además que sería la nueva portavoz del
Partido Republicano.
Los fuegos se abrieron el 1 de agosto con la presentación del primer segmento a cargo de Lara Trump, esposa de uno de los hijos del presidente, Eric.
“¡Mira aquí las noticias reales! (…) Apuesto a que no has oído hablar de todos los logros del presidente esta semana porque hay tantas noticias falsas por ahí”, aseguró sonriente en su mensaje transmitido desde el perfil del presidente en Facebook.
A juzgar por el estilo gráfico, la producción corre a cuenta del comité para la reelección del presidente
Trump, que ha empezado su trabajo de recaudación de fondos de campaña y promoción del candidato más temprano que en ocasiones anteriores.
Aunque no sea el primer gobierno en producir segmentos noticiosos promoviendo su trabajo,
es notable el tono personalista de la producción, que lo asemeja a experimentos similares vistos en otros países, en otros tiempos y en sistemas políticos menos democráticos.
Guardando las distancias, las “noticas reales desde la Torre Trump” se parecen a los espacios que promovían la “labor en favor del pueblo” en gobiernos populistas de diverso signo en varias partes del mundo, o, más recientemente, lo que se puede ver en medios estatales venezolanos alabando el trabajo de Nicolás Maduro o del fallecido Hugo Chávez para contrarrestar lo que llaman la “guerra medíatica” que tendría en su contra los medios privados de comunicación.
Realidad vs. propaganda
En los dos segmentos que se han presentado hasta ahora se destaca el crecimiento de los trabajos (un millón de empleos en los primeros seis meses de la presidencia), el crecimiento récord del mercado de valores, los “altos niveles de la confianza del público” y la atención a los veteranos.
Aunque todo es básicamente cierto, como suele suceder con la propaganda,
no todo lo que se dice es exactamente así. Por ejemplo, cuando McEnany asegura que “claramente el presidente Trump ha devuelto la economía a la dirección correcta”, obvia que lo bursátil y los empleos son tendencias que vienen así desde el último año de Barack Obama y que el nuevo mandatario no ha cambiado nada en la economía como para atribuirse el crédito.
“(Es parte) de una larga, si bien no enteramente noble, tradición de la propaganda política de campaña”, dijo a CNN el analista político Jeff Greenfield.
Los responsables de comunicación de un país como Venezuela seguramente no verán nada malo en el estilo con el que Lara Trump y McEnany hablan de esos logros del presidente que supuestamente son ignorados por los grandes medios de comunicación
(aunque la verdad es que han sido cubiertos extensivamente por la prensa).
Tampoco les debe resultar extraño el tono reverencial y la manera excesivamente personalista como se refieren al hombre que quiere “Hacer EEUU grandioso de nuevo”, quien pareciera ser la personificación de la acción del gobierno.
Algunos recordarán aquella extraña reunión de gabinete de principios de junio en la Casa Blanca, en la que uno a uno, secretarios y colaboradores del presidente se fueron turnando para cantar sus alabanzas al líder máximo, quien los escuchaba complacido.
“En nombre de todo el personal de alto nivel a su alrededor, señor presidente, le agradecemos la oportunidad y la bendición de servir a su agenda”, fue el resumen que hizo el entonces jefe de gabinete de la Casa Blanca, Reince Priebus, solo unas semanas antes de ser despedido. Medios y políticos calificaron aquel ejercicio de algo digno de una “república bananera”.
Sumados a aquella reunión de gabinete, estos nuevos segmentos informativos muestran un incipiente culto a la personalidad que parece estar tomando forma entre los seguidores del presidente.
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