Mañana 13 de mayo se cumplen dos meses de la salida del aire del programa Aristegui Noticias.
Se extraña ese espacio radiofónico que cada mañana sorprendía gratamente con investigaciones periodísticas inéditas, con enfoques informativos novedosos y con un profundo sentido de crítica social.
Cada emisión parecía diseñada, ejecutada y orientada a obtener un premio de periodismo en cualquiera de sus versiones conocidas.
De ese tamaño es el profesionalismo y la adicción informativa que un periodismo comprometido con causas sociales y ciudadanas (no partidistas ni personales) puede generar.
La línea editorial e informativa de Aristegui Noticias parecía diseñada por Voltaire: se podía estar o no de acuerdo con el enfoque, pero lo que no se podía hacer era ignorar el programa, dejar de escucharlo o negar el derecho a escuchar y ver un periodismo diferente.
Ese derecho a la diferencia informativa y editorial, o el derecho a la audiencia, es lo que ha sido vulnerado todo este tiempo en que Aristegui Noticias ha estado ausente.
No hay derecho a negar el derecho de audiencia a los cientos, miles o millones de radioescuchas que cada mañana, por decisión propia y de manera voluntaria, nos volvimos adictos —para aquellos que pensamos que la información es una droga—, a Aristegui Noticias. Derecho de audiencia que por lo demás es también un derecho humano básico, en tanto que está materialmente vinculado a dos derechos universales del hombre: el derecho a la información y a la libre manifestación de las ideas.
¿Qué opciones existen para restituir el programa? La primera es la restitución de las cosas a su estado original. Es decir, la reinstalación del noticiario y su equipo de trabajo en el horario y en el cuadrante de MVS. Sin embargo, es una opción cada día más lejana y distante, por el quiebre irreparable de confianza entre las partes.
La segunda opción es el camino largo, sinuoso y tortuoso del litigio jurídico. Se puede llevar años y, al final del proceso, el resultado podrá ser benéfico para alguna de las partes, pero desastroso para el tercero interesado (en este caso, “tercero perjudicado”) que somos las audiencias.
Hay una tercera opción que las circunstancias y la coyuntura dibujan. Por un lado, un equipo profesional de investigación e información periodística; por el otro, una audiencia ciudadana a la espera de que “su” programa sea restituido; por último, una licitación fallida de una cuarta cadena de televisión nacional, que podría relanzarse en versiones regionales, donde el Valle de México, asiento natural de la audiencia de Aristegui Noticias, bien podría levantar la mano y llevársela.
La constitución de un programa de radio-televisión-internet en una empresa de participación ciudadana, donde los socios fundadores sean los integrantes de la misma audiencia, con emisión de acciones de
diversa denominación, con una administración profesional y autónoma, supervisada y auditada por un fideicomiso, daría a la libertad de expresión y al derecho a la información una solidez política y una independencia ideológica reales, a prueba de censuras y vetos de poder. Este nuevo medio bien podría llamarse Libre Expresión.
Para emprender este proyecto, Aristegui Noticias tiene el principal recurso que una empresa de este tipo necesita: la confianza y la credibilidad de miles de mexicanos.
ricardomonreala@yahoo.com.mx
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Source Article from http://www.milenio.com/firmas/ricardo_monreal_antilogia/Aristegui-Noticias_18_516728332.html
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