El futuro político de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, cada vez luce más incierto.
El Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que además de tener la mayor bancada del Congreso ejerce la vicepresidencia del país y controlaba seis ministerios, decidió salirse del gobierno de Rousseff por aclamación de su directorio nacional.
La ruptura deja potencialmente vacantes cientos de cargos ejecutivos de Brasil en plena crisis político-económica y aumenta la vulnerabilidad de Rousseff al proceso de juicio político para destituirla, que avanza en el Congreso.
Si el impeachment es aprobado, Rousseff, que pertenece al izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) y está acusada de haber ocultado el déficit fiscal violando normas presupuestales, debería dejar la presidencia mientras la juzga el Senado.
Entonces el gobierno del mayor país de América Latina quedaría encabezado, al menos temporalmente, por el actual vicepresidente Michel Temer, uno de los líderes del PMDB.
La voluntad de los parlamentarios de este partido de ocupar el lugar de Rousseff quedó expuesta durante la reunión de su directorio este martes, que duró menos de cinco minutos y acabó con cánticos de “Fuera PT” y “Temer presidente”.
“Con el PMDB saliendo de la coalición (gubernamental) obviamente el impeachment va a seguir adelante y la presidenta muy probablemente será apartada”, sostuvo Marcus Melo, profesor de ciencia política en la Universidad Federal de Pernambuco.
Pero recordó que el propio Temer enfrenta acusaciones de ilegalidades y que sobre otros miembros del PMDB en el Congreso pesan denuncias graves.
“Es una situación dramática”, le dijo Melo a BBC Mundo.
“La mayor tranquilidad”
Fundado en 1980 a partir de un movimiento opositor a la dictadura militar brasileña (1964-1985), el PMDB se volvió uno de los mayores partidos de Brasil al priorizar las elecciones de alcaldes, gobiernos estatales y congresistas.
Esto lo hizo sin tener un liderazgo nacional firme, una ideología clara o candidatos presidenciales en elecciones recientes: el último lo presentó en 1994 y sacó apenas 4% de los votos.
Pero el poder del PMDB en el Congreso lo volvió decisivo los últimos gobiernos: al igual que Rousseff, los expresidentes Fernando Henrique Cardoso y Luiz Inácio Lula da Silva tuvieron que buscar acuerdos con el partido para lograr mayorías.
A medida que el PMDB ganó fuerza para negociar y cargos en diferentes gobiernos, aumentaron las denuncias contra sus miembros.
Hoy, con 68 diputados federales y 18 senadores, el partido es un actor crucial en un Congreso fragmentado. Además tiene siete gobernadores estatales y casi un millar de alcaldes electos.
Los seis ministerios que el PMDB ejercía en el gobierno y ahora decidió entregar son: Salud, Minas y Energía, Agricultura, Ciencia y Tecnología, Aviación Civil y Puertos. También comandaba el ministerio de Turismo, pero su titular anticipó su renuncia el lunes.
Tras el anuncio de ruptura, el ministro jefe de gabinete de Rousseff, Jaques Wagner, sostuvo que la salida del PMDB abrió el espacio para “un nuevo gobierno”.
Pero algunos analistas advierten que otros partidos menores de la coalición de gobierno podrían seguir los pasos del PMDB, lo que debilitaría aún más a la presidenta.
Rousseff y sus aliados han calificado como intentos de “golpe” las acciones para acabar con su mandato mediante un juicio político, una acusación que es rechazada por opositores y los integrantes del Tribunal Supremo federal.
En una señal de la gravedad de la crisis, Rousseff canceló un viaje a Estados Unidos previsto para el jueves, que habría implicado que el vicepresidente Temer asumiera la presidencia durante dos días.
Temer, un abogado constitucionalista de 75 años que hasta poco tiempo atrás mantenía un bajo perfil, es señalado como un impulsor clave de la ruptura del PMDB con el gobierno.
El vicepresidente evitó asistir a la reunión del directorio de su partido este martes, pero divulgó un video asegurando “con la mayor tranquilidad” que las instituciones brasileñas “están funcionando regularmente”.
“El próximo en caer”
Temer ha intentado mostrarse como un factor de unidad en Brasil y algunos creen que un gobierno suyo reduciría tensiones en la desgastada clase política brasileña si Rousseff fuese destituida por el Congreso.
“Temer conviene por muchos motivos, sobre todo porque evita la elección”, sostuvo el destacado columnista brasileño Elio Gaspari esta semana.
Pero el vicepresidente parece lejos de ser una figura popular:tiene menos de 3% de las intenciones de voto para las elecciones de 2018, según una encuesta de la empresa Datafolha de este mes.
Aunque el impeachment a Rousseff es apoyado por 68% de los electores brasileños, la misma encuestadora indicó que sólo 16% creen que Temer haría un gobierno bueno o muy bueno.
El vicepresidente también ha rechazado recientes acusaciones en su contra.
El senador Delcídio Amaral, exlíder del PT en la cámara alta, acusó a Temer de “apadrinar” a un operador de la enorme red de corrupción en la petrolera estatal Petrobras, preso por sospechas de que movió millones de dólares de sobornos para el PMDB.
Amaral, procesado en la causa Petrobras, realizó esa acusación en un acuerdo de colaboración con la Fiscalía donde también citó los nombres de Rousseff, Lula y el senador opositor Aécio Neves.
El líder del gobierno en el Senado, Humberto Costa, advirtió el lunes que Temer “será el próximo en caer” si asumiese la presidencia tras una destitución de Rousseff.
Rousseff y Temer enfrentan además denuncias opositoras en el Tribunal Superior Electoral de que su campaña en las elecciones de 2014 recibió dinero ilegal, lo cual podría acabar con el mandato de ambos a la vez.
Causas y cuentas
Otros miembros notorios del PMDB están en situaciones más delicadas que Temer.
Uno de ellos es el presidente de Diputados, Eduardo Cunha, que aceptó el pedido de impeachment a Rousseff estando él mismo acusado de cobrar al menos US$5 millones en sobornos por contratos de Petrobras.
Cunha rechaza esto y ha luchado para mantenerse en el cargo hasta ahora, pero el Supremo ya aceptó examinar las denuncias por corrupción y lavado de dinero que le realizaron los fiscales.
El Supremo también tiene nueve investigaciones por corrupción en Petrobras abiertas contra el presidente del Senado, Renan Calheiros, otro miembro destacado del PMDB.
Hasta ahora el más favorable al gobierno, Calheiros, puede ser otro actor clave de un juicio político a Rousseff en el Senado, si el proceso es aprobado por dos tercios de los diputados y aceptado por la mayoría de los senadores.
La cámara baja tiene 513 miembros, por lo que los opositores necesitan reunir 342 votos de diputados para lanzar el impeachment.
Para evitarlo, el oficialismo precisa que 172 diputados voten en contra o al menos se ausenten durante la sesión. El PT tiene 58 diputados y con sus aliados más firmes suma 97.
Así, lo más cierto hoy es que los partidos menores tendrán la llave del impeachment, que es analizado por una comisión y podría pasar en abril al plenario de diputados.
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