Carmen Tello se ha convertido sin quererlo en la figura presencial de los desaciertos afectivos y de protocolo que se han originado tras la muerte de la duquesa de Alba. La mujer de Curro Romero quiere dejar clara su postura: “Cayetana era mi amiga, mi hermana mayor, mi familia y, por lo mucho que la he querido y la querré siempre, no voy a entrar en enfrentamientos. No los hay. Los amigos estamos muy tristes y, sobre todo, sus hijos. Lo único que queremos es respetar su memoria”, afirma Carmen Tello a Vanitatis.
Carmen Tello, junto a su hijo Fernando en el entierro (Gtres)
No hay enfrentamientos entre los amigos íntimos y los hijos de la duquesa de Alba, pero sí malentendidos con los que durante los últimos años han sido apoyos incondicionales de Cayetana. Estos desencuentros se han manifestado públicamente a lo largo de las últimas semanas por las destacadas ausencias en los funerales y liturgias religiosas celebradas en Sevilla por el fallecimiento de la duquesa. Como señalan desde el entorno de esta, un funeral no es una boda ni un acontecimiento de carácter social que hay que comunicar a través de un gabinete, pero en el caso de la Casa de Alba sí hubiera sido necesario cumplir tanto con los compromisos institucionales como con los personales y, sobre todo, con los afectivos de la fallecida.
Y es aquí cuando han surgido los problemas. A las personas que más cerca han estado de Cayetana en los últimos años les ha costado procesar ese distanciamiento por parte de algunos miembros de su familia, pero sobre todo algunos feos de la colateral. Hay parientes de la fallecida que no mantenían un trato directo con ella, solo epistolar, a través de felicitaciones en fechas señaladas. Sin embargo, el día de la primera celebración, levantaron de los primeros bancos de la catedral a los verdaderos amigos, como Curro Romero, Carmen Tello, los doctores Muñáiz y Trujillo y Carmen Talegón, aduciendo que ese lugar era “para la familia”. Un malestar que no lo reflejaron públicamente, pero que sí lo percibieron testigos presenciales. Esos ‘primos’ no se habían preocupado de Cayetana nunca y muchos menos en los últimos años, cuando la salud de Cayetana era ya muy baja.
Malestar y tristeza
Seguramente los hijos, y sobre todo el primogénito, actual jefe de la Casa de Alba, deberían haber delegado el organigrama afectivo. No lo hicieron y de ahí el malestar y la tristeza por parte de amigos que, aunque no son familia de sangre, sí lo han sido en esencia.
La duquesa de Alba, junto a su marido y sus grandes amigos (Gtres)
Para muchos no fue comprensible que Curro Romero, una institución en el mundo taurino, un personaje con relevancia nacional que recibe invitaciones de Casa Real, tuviera que buscar acomodo en cualquier lugar. Y mucho menos que su mujer, Carmen Tello, que en los tiempos de más soledad de la duquesa estuvo siempre a su lado, tampoco tuviera su sitio. Y tampoco que los doctores Trujillo y Muñáiz, que consiguieron que los últimos años de Cayetana fueran físicamente envidiables, no recibieran una llamada de agradecimiento. Desaciertos que en cualquier familia y en momentos de tristeza infinita serían entendibles, pero que en la Casa de Alba deberían haber sabido procesar.
Como indican a Vanitatis, “si los hijos son los primeros en sufrir la pérdida, los amigos íntimos que en ocasiones son más que familia, también llevan su pena”.
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