¿Pasas frente a una pantalla –laptop, tableta o celular– la mayor parte del tiempo, incluso cuando tratas de dormir?
“Entonces estás en modo de supervivencia. Tu sistema nervioso simpático está funcionando a marchas forzadas. Supongo que te sientes hecho polvo a mitad de la tarde, lo cual significa que tu organismo está actuando a fuerza de adrenalina, noradrenalina, cortisol”.
Esa es la descripción que la doctora Nerina Ramlakhan –experta en manejo de energía y técnicas para dormir del hospital de Nightingale en Londres– hace de alguien con adicción a la tecnología.
Pero ¿cómo funciona esta adicción? ¿Hay gente más proclive a ella? Y más importante aún, ¿cómo te puedes curar de esa “enfermedad”?
El perfil del paciente
En el perfil del paciente adicto se ven características básicas que se repiten: perfeccionistas, que quieren controlarlo todo y a menudo duermen apretando los dientes.
“Tienen el tipo de personalidad A: son personas automotivadas, competitivas, agresivas, sienten la imperiosa necesidad de hacer cosas“, explican Ramlakhan.
“A las personas con esta tipología les resulta sumamente difícil desconectarse, no se pueden relajar, y si lo hacen se sienten exhaustos rápidamente”.
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“Incluso cuando ven televisión tienen pantallas múltiples. Tienen un nivel de hiperactividad producto del miedo a no estar en control“, explica la doctora.
De hecho, para ella el individuo siente una suerte de gratificación cuando es capaz de pasar de página continuamente en el teléfono celular, lo cual llega a igualar la sensación que produce comer lo que nos gusta, hacer lo que nos entretiene o incluso tener sexo.
Y aunque muchos se precien de ser multitasking, esto, de acuerdo con la psicóloga Catherine Steiner-Adair, es un juego peligroso en particular para los niños.
“Estamos viendo una disminución de la memoria. No están desarrollando la parte del cerebro que es un musculo que necesita ejercitarse enfocándose en una sola cosa”, advierte la psicóloga.
Los síntomas
Para Ramlakhan, en estos casos las personas adquieren el patrón clásico de quien sufre de un ciclo de fatiga.
En esa situación solo puedes activarte mediante continuas demandas de dopamina, una neurohormona liberada por el hipotálamo que te motiva, incrementa tu frecuencia cardiaca, tu disposición a procesar información, tu humor, o el sueño.
En otras palabras, la adicción a la tecnología te convierte en un adicto a la dopamina.
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“Los pacientes van a la cama pero no pueden dormir, y cuando lo logran se despiertan cansados. La gente empieza a decirme que simplemente no pueden “apagar” el cerebro”, dice la doctora.
Cuando eso ocurre suele decirse que la persona está “fundida” de tanto estar conectado a sus dispositivos (por trabajo o por placer).
La receta
Para la doctora Ramlakhan hay que abordar la cura desde distintos ángulos, y para ello aconseja cuatro acciones básicas para combatir la adicción.
- Implementa “atardeceres electrónicos”: cuando sea hora de dormir, aléjate de todos tus dispositivos tecnológicos, y por ejemplo, toma un libro (pero no uno electrónico).
- Mantén tu reloj lejos de ti durante la noche, de modo que no puedas saber la hora y el pasar del tiempo no provoque ansiedad. No utilices tu teléfono inteligente como alarma despertadora.
- Recárgate con energía sana: desayuna o al menos come algo durante la primera media hora luego de despertarte y antes de tomar cualquier cosa con cafeína.
- Mantente hidratado: toma al menos dos litros de agua al día.
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Cómo prevenir
Un estudio reciente de la London School of Economics sugiere que en las escuelas donde se les prohíbe a los niños tener celulares, los resultados académicos se han incrementado en más de 6%.
La filosofía de la escuela Steiner-Waldorf desestimula abiertamente el uso de dispositivos a los niños menores de 12 años.
La organización NICE dedicada a resguardar hábitos saludables de la población en Reino Unido, tiene unos lineamientos que limita a dos horas diarias el tiempo frente a dispositivos de adultos y niños, a fin de incrementar la actividad física.
Aunque, curiosamente, el principal problema es para la generación que recuerda cómo era la vida antes de Internet, porque se siente irresistiblemente atraída por la tecnología, señala Ramlakhan.
Ella comenta que su hija de 11 años se encuentra aburrida de Facebook, mientras que su hijo de 4 no titubea en lo más mínimo a la hora de apagar todos los dispositivos de la casa.
“Las nuevas generaciones serán más sagaces. Nosotros todavía estamos en fase de asombro con la tecnología, todavía estamos excitados”, concluye la doctora.
Mientras eso ocurre, la batalla hay que darla un día a la vez, recuperando terreno para el sueño y actividades físicas.
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