Días de intensas lluvias habían preparado el terreno. Y la zona, vulnerable, no aguantó más.
Sobre las 21:30 (hora local) del jueves el deslizamiento de tierra se hizo inevitable. Parte de un cerro de unos 100 metros de altura colapsó y arrasó con la humilde localidad de Santa Catarina Pinula, 15 kilómetros al sur de Ciudad de Guatemala.
A casi 24 horas de la tragedia el saldo, ni el panorama, son alentadores.
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En el segundo día de operaciones, los equipos de rescate trabajan contrarreloj para dar con los desaparecidos: 350, de acuerdo con el último informe de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred).
El Ministerio Público informó este sábado que habían trasladado 55 cadáveres hasta una morgue provisional.
La portavoz del Ministerio Público, Julia Barrera, indicó a periodistas que sólo 24 de las víctimas mortales han sido identificadas, mientras que de las restantes solo se han recuperado partes.
Las autoridades ya aseguraron que la cantidad de muertos sólo irá en ascenso.
“El número de fallecidos, desafortunadamente, creemos que será mayor”, advirtió en conferencia de prensa el encargado de Conred, Alejandro Maldonado.
El alud dejó también 34 heridos, otras 48 personas se encuentran en albergues y 125 viviendas sufrieron un daño severo en el caserío de El Cambray II en Santa Catarina Pinula.
Bomberos, militares, socorristas y voluntarios, unas 1.200 personas en total, participan de las tareas de rescate.
Máquinas excavadoras, palas y perros son parte del equipo que tiene la tarea de encontrar lo antes posible a sobrevivientes de la tragedia.
<span >Este sábado también fue rescatado Noé Arévalo, un bombero voluntario que quedó soterrado durante la noche, cuando trabajaba en la vivienda en donde se localizarón los últimos dos cadáveres.
Según David Cajas, oficial de los Bomberos Voluntarios, Arévalo acababa de sacar tres cuerpos de entre los escombros cuando un montículo de tierra le cayó encima y quedó atrapado.
La cantidad de personas que se encontraba en la zona en el momento del deslizamiento no está clara y las autoridades explicaron que había viviendas en condición irregular por lo que es difícil conocer con exactitud el número de residentes en el área.
El presidente de Guatemala, Alejandro Maldonado -padre del titular de Conred- se hizo presente en el lugar.
En silla de ruedas, tras una operación de rodilla, lamentó el “suceso desafortunado” y pidió cooperación ante “esta emergencia”.
Testimonios del drama
“Mi esposo está ahorita allí con una pala sacando tierra para encontrar a nuestro hijo”, le contó Marta Guitz a una periodista de la agencia Reuters.
“Cuando llegamos”, explicó, “encontramos cerrado el paso y nuestra casa soterrada. Adentro estaba solo mi hijo Dany David González, de 17 años, que nos esperaba para cenar”.
“Ahí están tíos, primos, sobrinos, toda mi familia, son seis casas en total de mis familiares que quedó bajó el cerro”, le dijo Marleni Pu, de 25 años, a la agencia The Associated Press.
“Mis papás lograron salir, ellos escucharon ruidos y sintieron temblores previo al derrumbe”, explicó.
Testigos del desastre natural contaron haber escuchado un gran estruendo, seguido de una inmensa nube de polvo.
El diario El Periódico, en tanto, reporta que empleados municipales en el lugar dieron cuenta de que hay personas que recibieron mensajes de texto de familiares que se encuentran enterrados.
“Esta es la brigada de ayuda humanitaria, si alguien escucha responda”, dicen los rescatistas en el lugar al escarbar en medio del lodo y los escombros, informa el diario Prensa Libre.
Zona de riesgo
Las autoridades aseguraron que ya en 2008 habían advertido a los residentes de esta zona que se trataba de un área de riesgo y habían dado el último aviso a fines del año pasado.
Ese informe de la dependencia, solicitado por las autoridades de la localidad, daba cuenta de la inestabilidad del terreno debido a la erosión que afectaba a las laderas del cerro.
Con el tiempo, las crecidas del río Pinula, que corre por el fondo del cerro, había hecho que el área sufriera de “socavación y erosión en terrenos y viviendas”, de acuerdo a ese reporte oficial.
Pero nada cambió. Menos de un año después, la tierra dijo basta.
La intensa temporada de lluvias, que comenzó en mayo y ha dejado casi medio millón de damnificados, terminó de desencadenar el horror.
“Esta es una de las tantas tragedias que pasan en Guatemala (…) somos muy vulnerables a este tipo de catástrofes y se han producido por todas partes”, aseguró el titular de Conred.
El funcionario aseguró que el alud se dio por una “combinación de factores”, entre los que mencionó la erosión y drenajes “ilegales”.
Y el temor de que vuelva a ocurrir algo similar está presente.
Se calcula que hasta 300.000 personas en el área metropolitana de la capital residen en condiciones similares a las de la localidad de Santa Catarina Pinula.
Son más 230 los asentamientos considerados “de riesgo”, ubicados en barrancos o laderas de tierra inestable.
El año pasado la temporada de lluvias, de mayo a noviembre, se cobró la vida de 29 personas y afectó casi 10.000 hogares.
La de este año ya es más mortífera. Y el saldo será aún más trágico.
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