Para aquellos que creen que los extraterrestres nos visitan, pocos lugares en el mundo tienen tanto atractivo como el remoto desierto de Nevada, en Estados Unidos.
En las últimas décadas, ahí se han producido numerosos avistamientos de objetos voladores no identificados (ovnis).
Para muchos, las supuestas naves espaciales no son más que aviones que despegan y aterrizan en una enorme base militar situada en esta vasta y desolada región.
Pero esa explicación no convence a todo el mundo.
Y las historias de aquellos que aseguran haber tenido encuentros con alienígenas llevan años cautivando la imaginación del público, convirtiendo a este lugar del oeste de EE.UU. en uno de los destinos turísticos favoritos de los amantes de lo desconocido.
Con el fin de atraer más visitantes a la zona, en 1996 las autoridades decidieron bautizar a la ruta estatal 375 –que recorre de norte a sur el despoblado condado de Lincoln– como “La carretera de los extraterrestres”.
Según los responsables de turismo de Nevada, en ningún otro lugar de EE.UU. se producen anualmente más avistamientos de ovnis que en esta vía de unos 160 kilómetros, situada en las cercanías de la misteriosa base militar conocida como Área 51 y que está a unas dos horas y media al norte de Las Vegas.
En fotos: de viaje por la tierra de los alienígenas en el desierto de Nevada
Paisaje marciano
A “La carretera de los extraterrestres”, se llega por la ruta 93, que atraviesa un paisaje de aspecto marciano.
Se trata de un trayecto en el que apenas uno se cruza con otros automóviles y en el que hay que asegurarse de llevar el tanque lleno, ya que las gasolineras escasean y los teléfonos celulares pronto dejan de tener cobertura.
Al llegar a Crystal Springs la ruta se bifurca y, a la izquierda, un cartel verde que tiene dibujados dos platillos voladores indica el inicio de “La carretera de los extraterrestres”.
A partir de este punto, uno tiene enfrente una vía de dos carriles que parece llevar al infinito, salpicada de letreros que advierten de la presencia de ganado y de “aeronaves que vuelan a poca altitud”, un recordatorio de que nos encontramos en las cercanías de la Base Nellis de la Fuerza Aérea de EE.UU.
El objetivo de la mayoría de los viajeros que se adentran en “La carretera de los extraterrestres” es visitar la pequeña localidad de Rachel, que pese a contar con menos de 50 habitantes es considerada por muchos como la “capital mundial de los ovnis”.
Además de por los numerosos avistamientos que se han producido en las cercanías del pueblo, este título se lo debe al famoso Little A’Le’Inn (pronunciado en inglés como alien), un bar, restaurante y motel que lleva décadas recibiendo a turistas llegados de todas partes.
Junto a un pequeño platillo volador metálico colgado de una grúa, un letrero con un alienígena de enormes ojos da la bienvenida “a los terrícolas”.
Es una de las múltiples referencias a los extraterrestres que pueden verse dentro y fuera del local, que además de servir comida y bebida cuenta con una tienda de souvenirs.
Un pequeño monumento situado en el exterior del restaurante recuerda que este fue el lugar elegido por el estudio 20th Century Fox para promocionar en 1996 el estreno de la película “Independence Day”, en la que una civilización llegada del espacio trataba de conquistar la Tierra.
En la parte trasera del local, una serie de caravanas móviles sirven para dar alojamiento a los viajeros que deciden pasar la noche en Rachel, que empezó a ganar fama en 1989, después de que un residente de Las Vegas llamado Bob Lazar asegurara en una entrevista de televisión que había trabajado con naves espaciales alienígenas en la base militar de Nellis.
Al lado del cartel de bienvenida del Little A’Le’Inn hay una estación de medición de radiación, un recordatorio de que nos encontramos a unos pocos kilómetros del lugar en el que a partir de los años 50 el gobierno de EE.UU. realizó cerca de un millar de pruebas nucleares.
Eso no parece preocupar a la decena de turistas que se encuentran dentro del local, ya sea eligiendo los recuerdos que se llevarán de su visita o saboreando la famosa hamburguesa alienígena.
Una de ellas es Amanda, una joven de Virginia que pasó la noche en el Little A’Le’Inn junto a dos amigos, antes de dirigirse a Las Vegas.
“Uno de mis amigos me había hablado de Rachel y también lo había visto en un documental en televisión, así que tenía mucha curiosidad por visitarlo”, le dice a BBC Mundo.
“Me encantan el desierto y las estrellas, y el hecho de que no haya ni un alma. Y si además te cuentan historias de extraterrestres, pues todavía es más interesante“, explica la joven, quien dice creer en los alienígenas.
“Aunque nunca he tenido ningún encuentro con ellos”, aclara.
Harriette Simon ha recorrido en auto junto a dos amigas los más de 3.000 kilómetros que separan Rachel de la localidad de Mobile, en Alabama, donde vive.
“Siempre hemos oído hablar de este lugar y queríamos conocerlo. Es divertido hacer cosas como esta. Solo se vive una vez”.
“Creo en los extraterrestres. No sé si son verdes y con ojos grandes, pero estoy segura de que no somos los únicos seres inteligentes en el universo”, asegura.
Su amiga Gina explica que su padre “era miembro de la Fuerza Aérea de EE.UU. en Nuevo México, donde hubo muchos avistamientos de ovnis”.
“Crecí escuchando historias sobre extraterrestres. Así que quería venir para rendir tributo a mi padre. Le encantaría saber que estoy aquí”, dice entre risas.
Jim, un vecino de Rachel, explica que en los últimos años han visitado el pueblo periodistas de todo el mundo y enseña con orgullo en su celular el video de la última entrevista que le hicieron en una canal de televisión estadounidense.
“Una experiencia muy intensa”
La estrella indiscutible del Little A’Le’Inn es Priscilla Travis, quien hace cerca de tres décadas compró junto a su difunto marido lo que entonces era un pequeño bar que nunca había acabado de funcionar.
“No esperábamos que se convirtiera en un lugar mundialmente famoso”, explica Travis, quien recibe a los clientes con un delantal con la imagen de un alienígena verde, que también aparece en muchos de los souvenires que vende en su negocio.
“Todo lo que hace referencia a los extraterrestres fue idea nuestra. Este lugar fue un regalo para nosotros y lo hemos cuidado todo lo que hemos podido”, asegura.
Preguntada sobre la presencia de extraterrestres, asegura “en esta zona ha habido encuentros que no tienen explicación, algunos de los cuales ocurrieron antes de que nosotros nos mudáramos aquí”.
Travis explica que hace unos años, estaba de noche en el restaurante con su marido y por la puerta trasera “entró un rayo de luz que iluminó todo el local”.
“No creo que fuera un avión. Fue una experiencia muy intensa. Todavía se me pone la piel de gallina cuando lo explico”, dice señalando su brazo.
Algunos de los objetos que Travis vende en su restaurante hacen referencia a la famosa Área 51, un complejo militar situado a unos pocos kilómetros de Rachel, que durante décadas estuvo rodeado de secretismo sin que el gobierno de Washington desmintiera su existencia, lo que dio pie a numerosas teorías conspirativas.
La misteriosa Área 51
No fue sino hasta 2013, tras la desclasificación de unos documentos secretos, que se confirmó que se trataba de un campo de pruebas y de entrenamiento de la Fuerza Aérea, en el que a partir de los años 50 se desarrollaron proyectos como el del famoso avión espía U-2.
La presencia del Área 51 y las aeronaves que operan desde esa instalación militar son la explicación más plausible de los numerosos avistamientos de ovnis que se producen en Rachel y en “La carretera de los extraterrestres”.
Pese a ello, algunos siguen creyendo que en realidad se trata de un centro de investigación de alienígenas, al que habrían sido llevados los restos de la nave espacial habría sido hallada en 1947 cerca de la localidad de Roswell, en Nuevo México.
Priscilla Travis asegura que los trabajadores del Area 51 “son unos vecinos excelentes” que siempre les echan una mano cuando necesitan algo.
Pero advierte que no es una buena idea intentar traspasar el perímetro de seguridad de la base, ya que “te pueden poner una multa, detenerte o incluso pegarte un tiro”.
A apenas unos 20 kilómetros al oeste de Rachel, se encuentra una de las puertas de entrada al Área 51, a la que se acercan muchos turistas para hacer fotos.
“Advertencia: instalación militar. Prohibida la entrada a personal no autorizado. Pena de hasta un año de cárcel y multa de US$5.000″, se lee en uno de los letreros en la entrada de la instalación militar, oculta tras las montañas y situada junto al lecho del antiguo lago de Groom.
“Tomar fotos de esta área está prohibido”, dice otro cartel junto a una barrera flanqueada por varios postes sobre los que hay colocadas cámaras de seguridad, sin que se perciba la presencia de ningún militar.
El peligro de no respetar estas advertencias lo conocen bien los integrantes de un equipo de la BBC que en 2012 se adentraron unos metros en la base y acabaron tumbados en el suelo boca abajo, con varios soldados apuntándoles con sus armas.
“Cosas extrañas”
De nuevo en “La carretera de los extraterrestres”, a una veintena de kilómetros al sur de Rachel, se encuentran los restos de lo que en su día fue un buzón de correo de color negro, que durante años sirvió de punto de encuentro para los amantes de los ovnis que creían pertenecía al Área 51.
Sus verdaderos propietarios, unos rancheros de la zona, acabaron retirándolo después de que fuera vandalizado en numerosas ocasiones.
Otra de las paradas obligatorias es el llamado Centro de Investigación de Alienígenas, en el extremo sur de la carretera 375, cerca de Crystal Springs.
Pese a lo enigmático de su nombre, se trata tan sólo de una tienda de souvenires, situada en un hangar metálico frente al cual hay una estatua gigante de un extraterrestre.
Ginny Harris es la encargada de este negocio que su padre fundó hace más de una década y que, según explica, recibe la visita de turistas llegados de todo el mundo.
“Hemos tenido en la tienda verdaderos fanáticos de los extraterrestres, gente que esta convencida de que existen. Incluso algunos han venido con la cabeza envuelta en papel de aluminio para evitar que les controlen la mente”, le explica a BBC Mundo.
Harris asegura que los vecinos de la zona “han visto cosas extrañas” que no tienen que ver con los aviones militares que surcan los cielos del desierto de Nevada y que a menudo dejan oír explosiones sónicas.
“Muchos encuentros no tienen explicación. Nadie nos ha demostrado que no se trate de extraterrestes”, dice convencida.
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