Aunque a Navarro hoy se lo observa muy seguro de sí mismo ante las cámaras o el micrófono, arrancó de grande en el periodismo. A los 35 años, el economista y egresado de un colegio industrial, que era dueño de una modesta pyme, decidió darle un volantazo radical a su vida. Durante la venta de su emprendimiento, el futuro periodista estrella del mundo K tuvo un gran debate: dedicarse a la literatura o al periodismo. Finalmente, pasó tres años en Lavalle al 2000, en la escuela TEA. “Aprendí mucho ahí, y tuve grandes profesores, como Ingrid Beck”, lo escucharon decir a Navarro sus amigos, en referencia a la directora de la revista Barcelona. Su pasión por la pluma no desapareció: según le contó a la revista web “El Anartista”, sigue escribiendo cuentos y poemas regularmente, aunque todavía no se decide a publicarlos. En esa entrevista -de las pocas que dio- Navarro revela que también le hubiera gustado ser actor. “¡Admiro tanto esa profesión! Voy todas las semanas al teatro”.
Su cambio de rumbo fue una novedad para su humilde familia de El Talar, en el partido de Tigre: ni su padre –peronista, operario y delegado gremial de una fábrica de la empresa Alpargatas, fallecido en 2010–, ni su madre, que murió el año pasado, esperaban la nueva profesión de su hijo. La ausencia de ambos es una pesada carga para el periodista: de ellos suele hablar en sus programas. “Aunque ya estoy grande, todavía siento que me quedé huérfano”, dijo alguna vez al aire. Navarro tiene una enroscada vida personal: afrontó cuatro divorcios, incluyendo la trágica muerte de una novia que vivía en Rosario. El día en que su entonces pareja murió, Navarro decidió abandonar el cigarrillo, una adicción que lo persiguió una gran parte de su vida. Sin embargo, el economista volvió a apostar al amor, y hoy está de novio con Noelia Bonetto, una salteña que es abogada y militante de La Cámpora, y que incluso se postuló como diputada nacional por su provincia en el 2015.
El primer gran trabajo de Navarro fue en Página/12, en los últimos años de la década del ’90. Ahí colaboraba con la sección Economía, y escribía para el suplemento “Cash”. “Mandaba las notas desde afuera, y a la redacción no iba casi nunca”, cuenta alguien que lo conoció en aquellos años. Por ese momento trabó una buena relación con Alfredo Zaiat, el periodista que dirige la sección donde colaboraba Navarro, a quien considera su maestro. Sin embargo, la redacción nunca fue su fuerte. Ex trabajadores de Tiempo Argentino todavía recuerdan una fuerte polémica que vivieron con Navarro. Por orden de Hernán Reibel Meir, peso pesado de La Cámpora, ex Subsecretario de Comunicación Pública, y patrocinador del periodista, el diario que dirigía Roberto Caballero debía empezar a publicar las notas del economista. “Eran ilegibles”, explica una fuente que debía editar sus textos. Cuando se negaron a seguir imprimiendo sus trabajos, Navarro montó en furia. “Publicalo o sino hablo con la Casa Rosada”, amenazó, aunque la operación no tuvo éxito.
“Es muy difícil trabajar con él, recibía pauta directa de políticos, puenteaba a los canales o a los medios en los que estaba”, asegura alguien que lo tuvo como compañero. En CN23, el canal de noticias que pertenecía a Sergio Szpolski y que vendió a Cristóbal López, Navarro también tuvo un frustrado paso, que duró sólo tres meses. “Quiso apretar a Abel Fatala -ex subsecretario de Obras Públicas- para que le pasara pauta. Pero terminó echado del medio”, dice otra fuente.
NOTICIAS intentó varias veces hablar con Navarro para esta nota. En ninguna tuvo éxito. Incluso, este medio se acercó a Radio 10, para intentar dialogar a la salida de su programa diario. Apenas el economista se dio cuenta de la situación, se puso tenso.
Navarro: Ya les dije que con ustedes no voy a hablar. Pónganse límites. Me están molestando.
Noticias: Simplemente queríamos su opinión para esta nota. Hablar unos minutos.
Navarro: Me estás molestando y faltando el respeto.
Esas fueron las últimas palabras del conductor antes de subirse a su Audi TT de color gris.
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