La irrupción en las elecciones regionales y municipales de los nuevos partidos y plataformas ciudadanas pulverizó el bipartidismo reinante hasta este domingo en el panorama político español.
Con los resultados del domingo, Partido Popular (PP) y Partido Socialista (PSOE) ya no se reparten regiones y municipios de manera casi oligopólica, con las excepciones de los bastiones de la izquierda y los centros de poder nacionalistas.
Los dos partidos tradicionales tendrán que contar a partir de ahora en el reparto del poder con las diferentes encarnaciones de los círculos del antiausteridad Podemos y el más centrista Ciudadanos.
Pese al retroceso, PP y PSOE siguen siendo las dos formaciones más votadas con más de un 26% y 25% cuando se había escrutado el 90% de los sufragios.
El PP permanece como primera fuerza a nivel estatal, aunque con 11 puntos menos que en 2011. El PSOE es la segunda, con un retroceso de 2 puntos respecto a la elección de hace cuatro años.
Si bien en la mayoría de las 13 de las 17 comunidades autonómicas que estaban en juego el PP resultó el partido más votado, la formación del presidente Mariano Rajoy pierde todas sus mayorías absolutas. Sólo en Asturias, Canarias y Extremadura, el PSOE resultaba el más votado.
A nivel local, la pérdida de mayorías absoultas podría costarle al PP el control de numerosos ayuntamientos, entre ellos grandes capitales como Madrid, Sevilla o Valencia.
Por ejemplo en la capital, la candidata de la plataforma apoyada por Podemos, Manuela Carmena, se perfilaba como la segunda más votada por detrás de la del PP, Esperanza Aguirre, pero podría conseguir pactar con los concejales del PSOE y resultar investida alcaldesa.
El caso de Madrid es particularmente simbólico, por tratarse de la mayor ciudad del país y por ser donde mejor se plasmaba el nuevo tiempo político en el que se adentran los españoles.
En Madrid, Aguirre, una política tradicional -exministra, expresidenta de la región y expresidenta del Senado- y apuesta casi personal del presidente Mariano Rajoy, apenas sacó un escaño a la candidata surgida del movimiento de los “indignados”.
Y en Barcelona, una coalición similar liderada por la activista antidesahucios Ada Colau resultó la fuerza más votada y, si consigue aglutinar los apoyos de otras formaciones, podría arrebatarle el gobierno local a los nacionalistas de Convergencia i Unió (CiU), la fuerza política dominante de Cataluña durante las últimas tres décadas.
En plena celebración, Colau le dijo a la Cadena Ser que es “una victoria de la gente” y se mostró abierta a pactar con cualquier fuerza salvo CiU.
“Hemos puesto el modelo de ciudad por delante. La prioridad es Barcelona y su gente”, dijo Colau.
Generales este año
Los comicios eran percibidos como un importante barómetro de cara a las elecciones generales que se celebrarán antes de que termine el año y para las que todavía no hay fecha.
Se trataba sobre todo de someter a examen la salud electoral de los dos grandes partidos, el Partido Popular (en el gobierno) y el Partido Socialista, golpeados por la gestión de la crisis económica y varios escándalos de corrupción.
Y habrá quien defienda que no les fue tan mal. No en vano, mejoran de alguna manera el resultado de las elecciones europeas de mayo de 2014, cuando entre los dos se quedaron por debajo del 50% y perdieron más de cinco millones de votos con respecto a los mismos comicios anteriores.
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