“Buscaba desde el año pasado una respuesta para estas palabras tuyas: ‘te pertenezco'”.
“Y finalmente, antes de dejar Polonia, encontré un camino: un escapulario. (Con él demuestro) la dimensión en la que te acepto y te siento en todo tipo de situaciones, cuando estás cerca y cuando estás lejos”.
Son palabras escritas por Karol Wojtyla el 10 de septiembre de 1976, dos años antes de ser ordenado Papa y convertirse en Juan Pablo II.
Su destinataria: la filósofa estadounidense de ascendencia polaca Anna-Teresa Tymieniecka, una mujer casada.
Líneas como esa, contenidas en cientos de cartas, revelan la intensa amistad que ambos compartieron por más de 30 años.
Aunque no hay en ellas evidencias de que el sumo pontífice rompiera el voto de celibato.
La BBC tuvo acceso tanto a algunas de las cartas escritas por Juan Pablo II, aunque no pudo ver las escritas por la mujer al futuro Papa.
También existen también fotografías que dan testimonio de tal relación.
Faceta poco conocida
Los documentos muestran una faceta poco conocida de Juan Pablo II.
La amistad entre ambos comenzó en 1973, cuando Tymieniecka contactó con el futuro Papa, el cardenal Karol Wojtyla, entonces arzobispo de Cracovia, por un libro de filosofía que él había escrito.
La mujer, que tenía entonces 50 años, viajó de Estados Unidos a Polonia para comentar el texto.
Poco después, ambos empezaron a intercambiar cartas.
El esposo de Tymieniecka era Hendrik Houthakker, un distinguido economista de Harvard que tras el colapso del comunismo aconsejó al Papa sobre economía.
Y en reconocimiento de esos servicios, el sumo pontífice le concedió el título de caballero papal.
El matrimonio tuvo tres hijos.
La primera misiva escrita por el cardenal fue formal, pero a medida que su amistad creció, la correspondencia empezó a ser más íntima.
Además, decidieron trabajar conjuntamente en una versión más extensa del libro Osoba i Czyn (“Persona y acción”, en polaco), un análisis fenomenológico escrito por Wojtyla sobre actuar humano y publicado en 1969.
La versión definitiva, ampliada junto con Tymieniecka, se publicaría en inglés en 1979, y se titularía The Acting Person (“La persona que actúa”).
Tras la colaboración se reunieron en varias ocasiones, algunas en presencia del secretario de Wojtyla y a veces solos.
Y la correspondencia siguió.
En 1974 le escribió a Tymieniecka que estaba revisando cuatro de las cartas que ella le había enviado en un solo mes, porque eran “muy significativas y profundamente personales”.
También hay fotografías que atestiguan la relación, que nunca se han hecho públicas y que muestran a un Wojtyla relajado.
Algunas son de caminatas en el campo y de jornadas de esquí a las que el futuro sumo pontífice invitó a su amiga.
Tymieniecka incluso se unió a él en una acampada en grupo.
Y también hay imágenes en las que se ve a la filósofa visitando al ya Papa en el Vaticano.
“Aquí está uno de las pocas figuras trascendentales de la vida pública del siglo XX, el jefe de la Iglesia católica, en una intensa relación con una mujer atractiva“, dice Eamon Duffy, profesor emérito de Historia del Cristianismo en la Universidad de Cambridge, de Reino Unido.
“Regalo de Dios”
En 1976 el cardenal Wojtyla asistió a una conferencia católica en EE.UU.
Y Tymieniecka lo invitó a quedarse con su familia en la casa de campo que ésta poseía en Nueva Inglaterra, en en noreste del país.
Las cartas escritas por el futuro Papa después de aquel viaje reflejan a un hombre que lucha por encontrar sentido, en términos cristianos, a su relación, por lo que hace pensar que ella pudo haber revelado intensos sentimientos por él.
En una de estas cartas, fechada en 1976, él escribe: “Mi querida Teresa, he recibido las tres cartas. Escribes que estás destrozada, pero no puedo encontrar respuesta para esas palabras”.
Y la describe como “un regalo de Dios”.
La BBC no ha visto las cartas escritas por Tymieniecka.
Se cree que copias de estas fueron incluidas en el archivo vendido a la Biblioteca Nacional de Polonia en 2008, seis años antes de su muerte.
Pero no estaban junto a las cartas del Papa cuando éstas fueron mostradas a la BBC.
Y la Biblioteca Nacional de Polonia no ha confirmado aún que tenga las cartas de la filósofa.
Marsha Malinowski, una comerciante de manuscritos raros que negoció la venta de estas cartas, cree que Tymieniecka se enamoró del cardenal Wojtyla en los primeros días de su relación de amistad.
“Creo que se refleja completamente en su correspondencia”, le dijo a la BBC.
Tal era su amistad, que el que sería el líder de la Iglesia católica le dio a Tymieniecka una de sus posesiones más preciadas: un escapulario, un objeto devoto formado por dos pedazos pequeños de tela unidos con dos cintas largas para echarlo al cuello.
Así lo revelan las líneas contenidas en una carta fechada en 10 de septiembre de 1976 con las que empieza este artículo.
El 16 de octubre de 1978, tras dos días de deliberaciones del cónclave, Wojtyła fue elegido sucesor de San Pedro.
E inmediatamente después se dirigió a su amiga.
“Te escribo tras el evento (su elección como Papa), para que la correspondencia entre nosotros continúe”, dice la carta.
“Prometo que en esta nueva etapa de mi viaje recordaré cada cosa”, agrega.
Varias amigas
El cardenal Wojtyla tuvo varias amigas, incluida Wanda Poltawska, una psiquiatra con la que también se escribió durante décadas.
Pero las cartas que intercambió con Tymieniecka fueron en ocasiones emocionalmente más intensas, y en algunas analizaba el significado de su relación.
El papa Juan Pablo II murió en 2005, tras un pontificado de casi 27 años.
Y fue canonizado en 2014, durante el pontificado de Francisco.
Ese proceso suele ser largo y complejo, ya que se establece la duda procesal de si el candidato a santo “ha vivido las virtudes cristianas en grado heroico”, o si ha sufrido martirio por causa de la fe, y además se requiere de la realización confirmada de dos milagros.
Pero Juan Pablo II fue declarado santo en nueve años, muy rápido comparado con otras canonizaciones.
Normalmente el Vaticano suele pedir todos los escritos públicos y privados a la hora de considerar a un candidato a santo, pero la BBC no ha podido confirmar si la Santa Sede revisó las cartas enviadas por Wojtyla a Tymieniecka.
Y los expertos consideran eso algo crucial.
La Congregación para las Causas de los Santos, una de las nueve congregaciones de la Curia Romana –el conjunto de órganos de gobierno de la Santa Sede y la Iglesia católica–, explicó a la BBC que les corresponde a los católicos particulares decidir si deben enviarles los documentos o no.
“Todos nuestros deberes fueron cumplidos”, contestó a la BBC por medio de un comunicado.
“Todos los documentos enviados por los fieles en respuesta al edicto y todos los documentos hallados en archivos importantes fueron estudiados”.
Quien sí tuvo que haber sabido de la relación fue el régimen comunista de Polonia, de acuerdo a lo que cuenta el doctor Marek Lasota, quien estudia documentos de la época comunista en el Instituto Nacional de la Memoria de Cracovia.
En la década de 1970 cualquier relación entre un religioso y una mujer era algo arriesgado.
El régimen comunista de Varsovia consideraba a la Iglesia católica su enemiga y la policía secreta –Służba Bezpieczeństwa, el Servicio de Seguridad del Ministerio de Asuntos Interiores o, simplemente, SB–, vigilaba a sus líderes constantemente.
Lasota dice que la SB tenía un interés particular en el cardinal Wojtyla.
“Instalaron (aparatos para llevar a cabo) escuchas telefónicas en su apartamento, y su teléfono estaba intervenido”, dice.
“Cada carta era interceptada y revisada, tanto las privadas como las oficiales”.
“Fascinante”
La Biblioteca Nacional de Polonia se opone a la interpretación de que la de Wojtyla y Tymieniecka fuera una relación única.
La institución insiste en que fue una de muchas amistades que el Papa tuvo a lo largo de su vida.
Pero Carl Bernstein, el veterano periodista y ganador del Pulitzer por destapar el “escándalo Watergate” junto a Bob Woodward cuando ambos trabajaban para el diario estadounidense Washington Post, disiente.
Él fue el primer escritor en señalar la importancia de Anna-Teresa Tymieniecka en la vida de Juan Pablo II.
La entrevistó en la década de 1990 para el libro His Holiness (“Su Santidad Juan Pablo II y la historia oculta de nuestro tiempo”), que escribió junto al especialista en temas del Vaticano Marco Politi.
“Estamos hablando del santo Juan Pablo. Es una relación extraordinaria”, dice.
“No es ilícito, pero sí fascinante. Cambia nuestra percepción de él”.
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