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Cristina M. estaba ayer en la cama 18 del área de Emergencia Pediátrica del hospital Verdi Cevallos. A sus 3 años y 8 meses, ayer ya sabía lo que eran sueros, gasas y esparadrapos.

Su madre buscaba medicinas que requerían los médicos para tratar de alivianar el dolor que le causó la mordedura de un perro que le dejó una gran secuela en el rostro, específicamente desde la boca hasta la oreja derecha.

Adriana Maridueña, madre de la menor, dijo que el incidente provocado por un can, supuestamente tramado con raza pitbull, se originó pasadas las 18:00 del martes último en la ciudadela María Asunción del cantón Pichincha, cuando su hija jugaba con otros quince niños en un área despejada ubicada al lado de una iglesia.

Según la mujer, el dueño del perro amarró al can a una cerca del espacio donde los niños jugaban con una pelota. Todo surgió cuando el esférico fue impulsado al área donde estaba el animal.

“La pelota se rodó y ahí la bebé fue a buscar el balón y el perro la mordió (en el rostro)”, señaló Maridueña.

Francisco Carreño, residente de cirugía del hospital Verdi Cevallos, señaló que la niña llegó con una herida deformante y muy grande en la cara. Por ello ayer se buscaba una intervención de cirugía plástica.(I)