El petróleo ha abandonado las primeras planas, sin que signifique ausencia de noticias buenas para Colombia. Los elementos formativos del su precio reaccionan poco a poco. Para los que los han perdido de vista, anoten que están en US$52 por barril WTI y US$58 Brent. Hasta hace poco, el WTI rondaba US$45 por barril. Una muy sólida recuperación del 15 %.
Ha sido un gradual peregrinar. La decisión de restringir la oferta desde principios de este año ha ganado tracción más lentamente que lo presupuestado. Y no porque la OPEP y sus socios hayan hecho trampa. Por el contrario, el cumplimiento ha sido excepcional (90%), si bien algunos compañeros de ruta, Rusia, por ejemplo, se demoraron en llegar a la meta.
Se sacrificó volumen para conseguir que los inventarios de petróleo alrededor del mundo dejaran de crecer y luego disminuyeran. Para ello, fue necesario que la oferta creciera menos que demanda, y obligara a echar mano de los inventarios. Como se trata de cerca de cien millones de barriles diarios, hasta la contabilidad es compleja. Todo parece indicar que se ha conseguido.
En el proceso, el cartel ha absorbido la producción adicional de Irán, después de suspensión de las sanciones; la normalización de las cuotas de Nigeria y Argelia, que han superado sus obstáculos políticos; el aumento de barriles de Irak (un millón), ahora el segundo productor de la OPEP. Este crudo hacia parte de los cálculos originales, pero no a la velocidad a que se dio. De todas maneras, no se espera que la contribución de estos países siga aumentando. Realidades técnicas lo hacen poco probable.
Esa absorción interna de los barriles de los socios de la OPEP que superaron sus restricciones en el último año ha sido más importante que los aumentos por fracking. Se estima en un millón de barriles la mayor producción de petróleo en Norteamérica en 2017. Aplauso por la respuesta de la iniciativa privada a las señales del mercado. Un elemento esencial para los logros ha sido la condición de contango, que ha permitido a los frackers asegurar precios futuros superiores a los del mercado inmediato. El tilín de la campana indica, sin embargo, que el recreo ha tocado a su fin.
Los inventarios en Cushing, Oklahoma, están próximos a la normalidad (hoy cerca de 450 millones de barriles). Como consecuencia, no más contango. Ahora, se trabaja bajo backwardation, o sea, que el petróleo futuro se vende con un descuento, un escenario que desfavorece a los frackers. Y, en efecto, la tasa de aumento de la producción en los EE. UU. ha caído. Es la Mezquita de la Roca de los productores árabes (y de todos los demás con algún otro nombre).
Ha sido una dura batalla, como la de don Sancho Jimeno en Bocachica contra los piratas en 1697. Falta un empujón final, que, con el visible crecimiento de la economía mundial, roa los inventarios. Hay señales de voluntad política. La propuesta de la Arabia Saudita y sus aliados del Golfo de prolongar los recortes un semestre más está teniendo eco. Se sabrá si cuaja en noviembre, cuando se reúnan la OPEP y sus socios.
De darse la prórroga, aunque sólo sirva para estabilizar los precios de hoy, significaría un fresquito para el endeble equilibrio fiscal de Colombia. Un aura suficiente para alejar rumores de descalificación.
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