Cuando las acciones chinas cayeron en picada la semana pasada, sonaron las campanas de alarma en todo el mundo, incluso en Estados Unidos.
Pero la amenaza a la prosperidad de los estadounidenses por esta vía es menos de lo que se piensa.
La temida palabra “recesión” ha venido apareciendo en blogs y revistas financieras.
Bloomberg Businessweek preguntó hace poco si la próxima recesión será “Made in China“.
El mercado de valores es un barómetro económico bastante fiable, después de todo. La gente pensó que debía estarse hundiendo por alguna razón. Pero el alza en las acciones observada el miércoles y el jueves, seguida de la suave deriva del viernes pasado, ofrece la oportunidad de tomar un respiro y examinar la situación con calma.
La venta masiva de acciones fue causada por los temores sobre China y sobre el banco central de Estados Unidos, la Reserva Federal.
Pero no se entienden bien las verdaderas amenazas a la economía de Estados Unidos planteadas por parte de China y la Fed.
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china
De hecho, esta misma incertidumbre está en el corazón de la volatilidad del mercado.
Sólido crecimiento
La economía de Estados Unidos está en sorprendente buen estado. Sí, la caída del precio del petróleo y la fortaleza del dólar han golpeado a las utilidades empresariales, lo que a su vez ha hecho que la inversión de capital se seque durante un par de trimestres.
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Pero los datos recientes muestran que una recuperación ya está en camino. Las utilidades empresariales aumentaron en el segundo trimestre y la inversión empresarial está al alza.
El crecimiento del gasto del consumidor aumentó en más de 3% en el segundo trimestre, más que el doble que en el primer trimestre.
Las más recientes cifras del producto interno bruto (PIB) muestran una tasa de crecimiento anualizada del 3,7%, casi el doble del promedio de 2,25% desde el pánico financiero de 2008-09. Eso es francamente respetable.
La inflación es baja y probablemente seguirá así por años, gracias en parte a las recientes caídas en los precios de las materias primas – especialmente el petróleo.
Pero, ¿qué efecto tendrá sobre Estados Unidos un menor crecimiento en China? ¿Y qué decir de las alzas en las tasas de interés por parte de la Fed, que podrían comenzar en tres semanas?
China representa el 13% de la economía mundial.
Tiene un apetito voraz por las materias primas fuera de toda proporción con su tamaño.
En 2014, por ejemplo, China importó casi dos tercios de la producción de hierro del mundo.
De acuerdo con un gráfico que se hizo famoso cuando fue retuiteado por Bill Gates el año pasado, China utilizó más concreto en los últimos tres años que el que EE.UU. usó en todo el siglo XX.
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Materias primas en picada
Este año, las importaciones de materias primas de China se han desplomado, causando una caída del 5% en el comercio mundial en lo que va de este año, una caída tan grande que la gente está empezando a preguntarse si el punto máximo de la globalización está ya detrás de nosotros.
Algunas de estas materias primas se fueron hacia la manufactura, pero la mayoría se vertieron en un auge de construcción de 20 años de duración que llegó a la cumbre hace años.
Y mientras que eso es una mala noticia para los países productores de materias primas- Rusia, Brasil y, probablemente, Canadá y Australia están en recesión – no es necesariamente una mala noticia para EE.UU., que tiene una economía extraordinariamente diversificada.
Claro, algunas empresas individuales, como Boeing, GM y Caterpillar, sufrirán. Y olvídense de las pequeñas compañías petroleras que estaban prosperando con el fracking hasta el año pasado.
Pero los consumidores, que representan dos tercios del PIB de Estados Unidos, se beneficiarán de precios más bajos.
Las aerolíneas ya están disfrutando de márgenes de utilidades más amplios, gracias a los menores precios del combustible. Los constructores de viviendas se beneficiarán de menores costos de insumos como los precios del cobre, madera, hormigón y acero.
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Los hogares se beneficiarán más tarde, mediante precios más bajos para los productos finales.
En resumidas cuentas, la caída en los precios de las materias primas, que es la consecuencia más evidente para los estadounidenses de los problemas de China, resulta siendo un plus para el crecimiento de Estados Unidos.
El suspenso por las tasas de interés
Lo que nos lleva a la Reserva Federal.
A pesar de la retórica a veces confusa que se ha venido difundiendo, lo que realmente importa es la tasa de desempleo, que ya está señalando la necesidad de aumentos en las tasas.
La Fed considera que el nivel de pleno empleo está entre el 5% y el 5,25%. En julio se situó en el 5,3%, muy cerca de ese rango.
De hecho, dada su creencia de que tomará dos años y medio para normalizar las tasas de interés y que la política monetaria necesita 18 meses para empezar a surtir efecto, es sorprendente que no hayan subido las tasas ya.
Durante una reunión la semana pasada, varios funcionarios de la Fed hablaron con la prensa.
Tres de ellos – Esther George, James Bullard y Loretta Mester – han sido explícitos desde el año pasado en su apoyo a un aumento en las tasas, así que no sorprendió que volvieran a defender esa posición la semana pasada.
Bill Dudley, presidente de la Fed en Nueva York, asegura por su parte que los mercados financieros y la economía mundial afectarán la decisión del banco central sobre las tasas, pero sólo en la medida en que estas cosas puedan afectar a la economía estadounidense.
Y ya que la Fed caracteriza a todos los efectos de la crisis mundial y financiera como “transitorios”, no hay duda de que Dudley piensa que un aumento de la tasa es la decisión correcta para EE.UU.
Pero fuera del banco central, hay otros que no están tan seguros.
El ex secretario del Tesoro Larry Summers, quien era el principal candidato para el puesto de la actual directora del banco central, Janet Yellen hasta que se apartó de la carrera, dice que la Fed debe participar en una nueva ronda de flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés), o estimular la economía mediante el bombeo de dinero, en lugar de aumentar tasas.
Enfoque gradual
Ray Dalio, el jefe en Bridgewater, el fondo de cobertura más grande del mundo, está de acuerdo con Summers.
De hecho, la semana pasada, le dijo a la cadena de noticias financieras CNBC que la Fed podría elevar las tasas de un par de veces, pero su próximo gran paso será introducir una nueva ronda de QE.
Asegura que es la única defensa contra la deflación global, ahora que la Fed y otros bancos centrales han reducido las tasas de interés a cero.
Pero hay que recordar que la Fed no cree que las tasas de inflación son determinadas por otra cosa que no sea la tasa de desempleo en Estados Unidos.
Esto significa que es probable que la Fed comience a subir las tasas de interés dentro de tres semanas. A menos, por supuesto, que nos encontremos en medio de otro ataque de pánico de los mercados financieros, en cuyo caso va a esperar hasta octubre.
Mientras tanto, vale la pena recordar que la Fed tiene a la historia de su lado. Los mercados financieros casi siempre entran en pánico antes del primer aumento de las tasas, pero también casi siempre se calman una vez los inversores comprueban que la economía puede manejar tasas más altas.
No hay ninguna razón para que esta vez sea distinto, al menos hasta el año 2016.
Y si la Fed realmente toma un enfoque extraordinariamente gradual, como se ha prometido, debe ser capaz de ajustar sus tácticas para evitar que la desaceleración del crecimiento se convierta en recesión.
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