Es el conflicto interno más antiguo del hemisferio occidental y en sus más de 50 años no hay ningún colombiano cuya vida no haya afectado.
Las cifras lo dicen todo: más de 260.000 muertos, decenas de miles de desaparecidos, casi siete millones de desplazados, violaciones, secuestros e incontables tragedias personales.
Pero, ¿cómo empezó el conflicto? ¿quiénes son sus protagonistas? y ¿por qué una de las democracias más estables de América Latina ha vivido en guerra por más medio siglo?
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BBC Mundo hace un repaso por estos puntos, para trazar los orígenes, causas e hitos del conflicto armado interno colombiano.
¿Cuáles son los orígenes de la violencia?
Tal vez decir que los conflictos colombianos pueden rastrearse hasta la época de la Conquista, es remontarse demasiado atrás en el tiempo.
Pero sí es relevante saber que en el siglo XIX y hasta los primeros años del XX hubo unos niveles muy intensos de violencia fratricida que marcaron el futuro de Colombia, con decenas de miles de muertos.
Era un enfrentamiento entre partidarios liberales y conservadores, una relación de fuerzas que alimentaría todos los conflictos del país a partir de entonces.
La confrontación bipartidista nunca cesó.
La más profunda expresión del enfrentamiento conservador-liberal se desató a partir de 1948, con el asesinato del popular candidato liberal Jorge Eliécer Gaitán.
En todo el país comenzaron salvajes choques, en un primer momento con epicentro en Bogotá, aunque luego se fue convirtiendo en un conflicto principalmente rural, terriblemente sangriento.
Este período, que se extendió hasta fines de la década del 50, recibió el sencillo y explícito nombre de La Violencia. También dejó más de 200.000 muertos.
¿Cómo comenzó el conflicto con las FARC?
“En esa época había mucha desigualdad social y ahí empezaron los conflictos”, recuerda Juan Esteban Vélez Cañaveral, un campesino de Antioquia que tuvo que dejar su tierra por varios años escapando de los reclutadores de las FARC.
Aunque las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia no comenzaron como tales.
Sus orígenes son los de un grupo de autodefensa integrado por campesinos de tendencia liberal desplazados durante el período de La Violencia, que más tarde adoptaron la ideología comunista.
“Tumbaron monte para abrir un claro en la selva o se establecieron en la parte alta de las cordilleras”, explica el libro “Violentología”, de Stephen Ferry. “Eran colonos que aprendieron a sobrevivir en la frontera, sin ningún tipo de lealtad hacia el Estado”.
Hacia 1964 estos campesinos comunistas se habían concentrado en una de esas zonas de cordillera, en el centro del país. El lugar se llama Marquetalia, en el departamento del Tolima.
“Las zonas de guerrilla eran imaginadas o representadas como zonas de dominio de la libertad”, dice el historiador Gonzalo Sánchez, director del Centro Nacional de Memoria Histórica y una de las personas que más ha estudiado el conflicto colombiano.
En Marquetalia, habían constituido una suerte de “república independiente”, conformada por unos 50 hombres que pelearon durante La Violencia, junto a sus familias.
Era una de las más de 100 bandas armadas que rechazaron la posibilidad de desmovilizarse tras ese conflicto y que tenían un razonable poder militar y político.
A la cabeza de este grupo estaba Manuel Marulanda Vélez, “Tirofijo”, un combatiente formado en las guerrillas liberales de inicios de los 50, quien se convertiría en el primer jefe de las FARC.
A mediados de 1964, las fuerzas del gobierno atacaron Marquetalia con centenares de hombres, forzando la huida de los campesinos armados.
Tras ser derrotados y dispersarse, Marulanda, junto a Jacobo Arenas (otro de los líderes originales del grupo), fundan primero una guerrilla de nombre Bloque Sur, que en 1966 finalmente adopta el nombre de Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
Ese es generalmente considerado el origen de la más grande guerrilla de Colombia, con la que las fuerzas del Estado han venido combatiendo desde entonces.
Pero las FARC no fueron sólo un producto de la historia colombiana, sino también de lo que ocurría en el mundo: surgen en el marco de las luchas de liberación latinoamericanas, alimentadas por la tensión EE.UU.-Unión Soviética de la Guerra Fría. Son una guerrilla comunista, de inspiración marxista-leninista.
Y no son las únicas organizaciones guerrilleras de corte comunista que nacen a partir de esa época.
Casi en simultáneo se constituye el Ejército de Liberación Nacional (ELN), inspirado en la Revolución Cubana, que entrenó a sus líderes, y que hoy continúa en lucha con el gobierno.
Más tarde surgen el Ejército Popular de Liberación (EPL, maoísta), el M-19 (más urbano) y otras guerrillas, que ya se han desmovilizado.
Recrudecimiento del conflicto
Recién a principios de la década del 80, las FARC deciden que tendrán como objetivo explícito la toma del poder, cuando pasan a llamarse FARC-EP (por Ejército del Pueblo).
A finales de esa década, el surgimiento de grupos paramilitares de derecha alentados por sectores de las Fuerzas Armadas y algunos terratenientes, empresarios y políticos, así como narcotraficantes, profundizaron la violencia del enfrentamiento armado.
Además de enfrentarse con la guerrilla, asesinaron a campesinos y dirigentes sociales.
Por esta misma época comienza a tener más y más influencia el narcotráfico en el conflicto armado colombiano, del que progresivamente se van sirviendo tanto los grupos paramilitares como la propia guerrilla.
Hacia el año 2000, Estados Unidos comienza a proveer asistencia técnica y económica en la lucha contrainsurgente y antidrogas, en el marco del Plan Colombia, inyectando en 15 años unos US$10.000 millones en el país.
Eso permitió la modernización de las Fuerzas Militares y Policía, que hoy suman cerca de medio millón de efectivos.
También hacia el año 2000, las FARC alcanzan su mayor capacidad militar, con unos 20.000 hombres en armas.
Los años siguientes registran una sucesión de hechos dramáticos, con métodos más violentos de guerra.
En el caso de la guerrilla se destaca el secuestro, mientras que los grupos paramilitares realizan numerosas masacres. Ambos grupos, además de fuerzas estatales, realizaron violaciones a los derechos humanos.
Consecuentemente, la mayoría de los muertos del conflicto han sido civiles.
¿Por qué el conflicto se extendió por tanto tiempo?
Cuando se pregunta en las calles de las ciudades y en el campo, las causas que dan muchos colombianos son recurrentes: falta de empleo y oportunidades; desigualdad, concentración de la riqueza, injusticia social; falta de tolerancia, indiferencia; corrupción.
A pesar de sus riquezas naturales, Colombia es uno de los países más desiguales del mundo, el tercero después de Haití y Honduras en el continente americano.
“El conflicto en Colombia es distinto de otras guerras civiles en el mundo que suelen tener causas étnicas, económicas o religiosas claras”, argumenta era libro de Stephen Ferry.
Es incluso difícil para los colombianos definir la naturaleza del conflicto, agrega, y cita diferentes explicaciones: un lucrativo negocio bélico que se autoperpetúa influenciado por el narcotráfico; “un ciclo de represalias por las atrocidades cometidas en el pasado“; una guerra de clases de campesinos revolucionarios contra un sistema corrupto.
Y según Álvaro Villarraga, del Centro Nacional de Memoria Histórica, hay tres elementos que están en el origen del conflicto:
- la tendencia a ejercer violencia desde el poder y la política
- la falta de resolución en la cuestión de la propiedad de la tierra en el campo
- las faltas de garantías para la pluralidad y el ejercicio de la política.
¿Por qué llega el fin del conflicto con las FARC ahora?
Este no es la primera vez que se trata de alcanzar la paz entre gobierno y FARC.
En 1984, hubo un primer intento en el que parte de las FARC se sumaron a un partido político, la Unión Patriótica, cuyos miembros fueron blanco de escuadrones de extrema derecha y miles fueron asesinados.
Desde entonces, esa guerrilla ha tenido una profunda desconfianza de dejar las armas.
Hubo un nuevo intento en 1991-92 y otro en 1998-2002 que por diversos motivos fracasaron.
Durante los gobiernos del presidente Álvaro Uribe (2002-2010) se lanzó una profunda ofensiva contra las FARC, que incluyó bombardeos a campamentos rebeldes, y se extendió durante el gobierno de su sucesor y actual presidente, Juan Manuel Santos.
En los ataques del gobierno se diezmaron las fuerzas guerrilleras y mataron a varios de sus máximos líderes (entre los cuales no estaba Manuel Marulanda, quien murió de viejo en un campamento del grupo).
Hoy se estima que las FARC tienen unos 7.000 hombres en armas.
Existe el argumento de que este debilitamiento puso a los rebeldes en una posición más razonable para negociar.
Pero también hay un contraargumento: que tras más de una década de ofensiva estatal militar las fuerzas del gobierno no lograron derrotar a las FARC. Para ellos también era razonable pensar en negociar.
En cualquier caso, en noviembre de 2012, se iniciaron los diálogos de La Habana entre los líderes guerrilleros y el gobierno de Juan Manuel Santos.
¿Paz definitiva?
Los acuerdos de La Habana con las FARC son un elemento esencial para alcanzar una paz estable y duradera en Colombia, pero no son suficientes.
Por una parte, el ELN sigue activo y, aunque hubo avances hacia un proceso de paz con esta guerrilla, todavía no ha comenzado y no parece que esté cerca su inicio.
Por otra parte, los grupos paramilitares que surgieron para combatir a las FARC y que se desmovilizaron oficialmente a mediados de la década pasada, no entregaron las armas por completo.
Muchos de sus miembros se aglutinaron en las que hoy el gobierno llama grupos armados organizados (antes las llamaba bandas criminales o bacrim), entidades criminales con capacidad de control territorial en ciertas partes del país y alto poder de fuego.
Estos grupos se dedican a la extorsión, al narcotráfico, al tráfico de personas y a la minería ilegal, entre otras actividades y representan una seria amenaza para la paz.
Y según muchos activistas sociales y defensores de derechos humanos, algunos siguen en su rol original, como instrumentos de la extrema derecha, atemorizando a la población y tratando de acallar a los líderes comunitarios.
Finalmente, y esto es crucial, muchos creen que una paz sólida en Colombia sólo se podrá conseguir cuando se hayan resuelto las causas fundamentales del conflicto que todo ciudadano de este país parece tener tan claras.
Como decíamos más arriba: falta de empleo y oportunidades; desigualdad, concentración de la riqueza; injusticia social; falta de tolerancia, indiferencia; corrupción.
Tal vez el esperado acuerdo con las FARC abra una oportunidad para comenzar a resolverlas de una vez por todas.
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