Se empezó a producir en 1963 para tratar la hiperactividad, la narcolepsia y la depresión, pero se prohibió en la década de 1980 por la “falta de potencial terapéutico y por su parecido a las anfetaminas”.
Ahora es una de las drogas más populares en Oriente Medio, donde se produce masivamente, concretamente en Siria y Líbano.
Precisamente el viernes las autoridades turcas decomisaron una cantidad récord de este estimulante sintético cerca de la frontera con Siria: 10,9 millones de pastillas, tal y como declaró el Ministerio del Interior de Turquía a los medios locales.
Se trata del llamado “captagón”, muy común en los países árabes, aunque algunos lo conocen en Occidente como “la droga de los yihadistas”, por el uso que hacen de ella combatientes en Siria.
Una adictiva “energía sobrehumana”
Muchos aseguran que los combatientes de la guerra de Siria utilizan esta “píldora milagrosa” para olvidar el dolor y el miedo.
“Desde los extremistas del autodenominado Estado Islámico (EI), hasta miembros del grupo rebelde al-Nusra y también soldados del Ejército Libre de Siria (ELS)”, declaró un traficante de estas sustancias en un reportaje televisado de Arte Journal, en mayo de 2015.
“Los combatientes las utilizan para controlar sus nervios y también para aumentar su rendimiento sexual”, agregó, con el rostro cubierto.
“No puedes dormir, ni siquiera cerrar tus ojos. No hay nada que puedas tomar para detener su efecto“, le contó un consumidor libanés a la BBC, en el marco del documental “La Droga de la Guerra de Siria” emitido en septiembre.
“Me sentía el dueño del mundo, como si tuviera un poder que nadie tiene”, agregó otro consumidor.
“Ya no sentía miedo después de tomar captagón”, dijo un tercer hombre.
Además, un excombatiente sirio le contó a la BBC que la droga “proporciona a los soldados energía sobrehumana y coraje”.
Otro excombatiente relató cómo 350 personas tomaron los comprimidos sin saber que se trataba de una droga.
“Algunos se volvieron adictos, ese es el problema”, agregó.
Sin cansancio, ni sueño, ni hambre
Pero no todos están de acuerdo con que se le llame “la droga de los yihadistas”.
“Todo responde a una asociación entre drogas y terrorismo que quizá no haría falta. El uso de anfetaminas tiene una tradición larga en contextos belicos, no es algo nuevo”, le contó a BBC Mundo el delegado de Energy Control, de la Asociación Benestar y Desarrollo (ABD), Claudio Vidal.
Según fuentes del organismo, “el consumo de este producto no va ligado imperativamente al yihadismo”.
“Actualmente ‘captagón’ es el nombre popular por el que se conocen los comprimidos de anfetamina con cafeína y nada tiene que ver con su origen (nombre comercial de un fármaco)”, explican fuentes de Energy Control.
“Es un estimulante suave que mejora la atención y el rendimiento cognitivo. También reduce el cansancio, el hambre y el sueño, y mantiene el estado de vigilia durante más tiempo“, puntualizó Vidal.
Sin embargo, el psiquiatra francés experto en adicciones, Dan Velea, declaró a la prensa gala que el captagón “es un estimulante que genera una ausencia de dolor y de empatía”.
Vidal asegura que “no es cierto que el captagón inhiba la empatía”.
“Radica más en las características personales de quien consume la droga que en el efecto de la sustancia”, señaló.
En cuanto a los efectos secundarios, el experto dice que “pueden variar, desde una estimulación excesiva del sistema nervioso central, hasta psicosis tóxicas o anfetamínicas o dependencia”.
Siria: el “centro de producción”
Cuando era un medicamento, Captagón era la marca comercial del clorhidrato de fenetilina, aunque “desde su prohibición los análisis mostraron que los comprimidos decomisados están compuestos por combinaciones de anfetamina, metanfetamina y cafeína“, aseguran fuentes de Energy Control.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) ya reportaba en su informe de 2010 que “la frecuencia y tamaño” de las incautaciones de captagón estaban “aumentando” y que cada vez eran más los países que notificaban “intercepciones en todo Oriente Próximo y Oriente Medio”.
Las cifras de la UNODC reflejan que Arabia Saudita recibió cerca de siete toneladas de Captagón ese mismo año, un tercio de la producción a nivel mundial.
“Siria ha sido durante mucho tiempo un punto de tránsito para las drogas procedentes de Europa, Turquía y Líbano hacía los países ricos del Golfo”, agregó después la UNODC.
“El captagón se ha hecho muy popular desde que estalló la guerra en Siria”, le contó a la BBC Rawdan Mortada, periodista libanés experto en crimen, corrupción y la guerra en Siria.
Mortada aseguró a Arte Journal que el captagón también sirve como medio para financiar las operaciones militares.
“Las milicias de Siria consumen una parte y exportan otra, especialmente a los países del Golfo. Las ganancias les permiten financiar la compra de armas y las operaciones militares”.
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