Por un lado, la “fiesta constituyente”. Por el otro, la cruda violencia en las protestas opositoras. Y mientras tanto, un pronunciamiento casi unánime de parte de miembros de la comunidad internacional: “Desconocemos la Constituyente en Venezuela”.
Este 30 de julio, el ansiado día que el gobierno de Nicolás Maduro celebró sus elecciones para una Asamblea Nacional Constituyente, se dio quizá el golpe internacional más duro que haya recibido la revolución bolivariana en sus 18 años en el poder.
El viernes fue Colombia, pero el domingo se añadieron Panamá, Perú, Argentina,Brasil, México, Costa Rica, Suiza, Chile, España y Estados Unidos a la lista de países que no reconocen los resultados de las elecciones para la Constituyente.
A ellos se suma el rechazo de la Organización de Estados Americanos, el Parlamento Europeo y decenas de organizaciones no gubernamentales que defienden los derechos humanos.
Y está la posibilidad, reportada como un hecho en medios estadounidenses, de que el presidente de ese país, Donald Trump, imponga sanciones económicas a Venezuela, que depende de la exportación de petróleo a Estados Unidos.
No es usual que un país rechace el proceso electoral de otro, pero sí existe la figura de desconocer a un gobierno que se considera ilegítimo y estos pronunciamientos del domingo parecen un paso en ese sentido.
El resultado puede ser que la relación de Venezuela con estos países se rompa, lo que quizá no tenga efectos inmediatos en la política interna del país, pero sí en la economía de una nación que ya sufre una recesión de cuatro años y depende de las importaciones.
Lo que dice el gobierno
El gobierno revolucionario ha llamado las recientes críticas desde el exterior como una nueva injerencia de la “derecha imperialista” en la política local.
Desde el golpe de Estado que sufrió Hugo Chávez en 2002, que el mandatario vio como un ataque auspiciado por Estados Unidos, la revolución ha visto cada reprimenda internacional como un intento de “invadir Venezuela” y hacerse de sus reservas de crudo, estimadas como las más grandes del mundo.
El gobierno, además, mantiene cierto apoyo de importantes potencias como China y Rusia y de decenas de países caribeños, así como de Nicaragua y Bolivia.
Este domingo, el chavismo dijo no estar preocupado por los pronunciamientos en contra.
“Venezuela preside el grupo de Países No Alineados, son dos tercios del mundo”, dijo Jorge Rodríguez, influyente dirigente chavista, quien relativizó la importancia de los pronunciamientos.
Y puso el ejemplo del mandatario colombiano Juan Manuel Santos, que en las últimas semanas ha aseverado su posición contra Maduro: “Hoy votó más gente que la que eligió a Santos en Colombia”, aseguró.
Diosdado Cabello, otro peso pesado del chavismo, dijo que “lo que pasa es que la comunidad internacional está preocupada de que en sus países se levanten procesos revolucionarios como este”.
“En realidad (los que rechazan la Constituyente) son los gobiernos, no los pueblos. En Chile, en Ecuador, en Europa recibí mensajes de apoyo”, informó.
“Los gobiernos se ensañan con Venezuela porque acá hay un proyecto distinto”, concluyó, resaltando los programas sociales chavistas que según él no hay en otros países.
Los argumentos para desconocer
Con un promedio de un muerto al día en cuatro meses de protestas opositoras, el rechazo hacia el gobierno de Maduro ha ido aumentando en los últimos meses.
Muchos, en coincidencia con la oposición venezolana, creen que la Constituyente puede “consolidar la dictadura” e “ilegalizar la disidencia”, profundizando la crisis económica que inició hace cuatro años.
Perú rompió relaciones en abril y este domingo dijo que “esta elección viola normas de la Constitución venezolana y contraviene la voluntad soberana del pueblo”.
Nikki Haley, embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, aseguró el domingo que las elecciones son “fraudulentas” y “otro paso hacia la dictadura”.
Brasil, por su parte, opinó que la Constituyente es un “camino seguro para el agravamiento de la crisis” y una medida “que expone abiertamente la intención de Maduro de perpetuarse en el poder”.
Y así, uno a uno, se han ido acumulando los comunicados de países vecinos o importantes socios comerciales que rechazan la Constituyente.
Lo que puede venir
La pregunta es qué implica realmente que un país esté aislado en el mundo globalizado de hoy en día.
Lo primero que habrá que ver, en especial si se producen las sanciones económicas al sector petrolero venezolano, es cómo reacciona el gobierno en su búsqueda de mayor apoyo y acuerdos comerciales con países como India, China y Rusia.
En este escenario muchos ponen el ejemplo de Cuba, que tras el embargo de Estados Unidos impuesto en 1960 vio cómo su economía, sobre todo después de la caída de su mayor auspiciante, la Unión Soviética, se fue al piso y millones de personas cayeron en la pobreza y sufrieron años de escasez.
Pero el aislamiento de Cuba no significó que el gobierno fuera menos popular internamente ni que la estabilidad política se fracturara. Al menos no del todo.
Y, de todas formas, hoy el mundo está más globalizado y los países se ven más afectados por lo que ocurre en el escenario internacional.
En eso, pocos países son como Venezuela, que si bien tiene un gobierno autodeclarado antiimperialista, es profundamente dependiente de lo que ocurre en otras naciones.
El 70% de lo que consumen los venezolanos viene del exterior, el Estado tiene importante activos en el extranjero y el 95% de sus ingresos son de la venta petrolera.
Todos esos vínculos comerciales se ponen en riesgo cuando se rompen las relaciones de Venezuela con otros países.
Más rechazo de la comunidad internacional puede que no acabe con la crisis política y social del país. Incluso puede profundizarla.
Pero también puede conseguir que Maduro se sienta contra las cuerdas y acceda a lo que le piden la oposición y la comunidad internacional.
El mundo, en todo caso, tiene los ojos en Venezuela.
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