Cuando pensamos en una isla, la imagen que nos viene a la mente es algo parecido a lo que describe la Real Academia Española…
1. f. Porción de tierra rodeada de agua por todas partes.
Sin embargo, como la premisa básica de una isla es un pedazo de tierra rodeada por un ambiente totalmente distinto que las aísla, geográficamente existen también islas del cielo.
La idea de la isla del cielo nació en el continente americano, más precisamente en el desierto de Chihuahua, que se extiende a ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México, por los estados de Nuevo México, Texas y Arizona, a un lado, y Sonora, Chihuahua y Coahuila, por el otro.
El primero en introducirla fue Natt N. de Dodge, quien en un artículo para la revista Arizona Highways de 1943 describió a las montañas de Chiricahua como “islas de montaña en un mar de desierto“.
Pero fue el escritor naturalista estadounidense Weldon Heald quien popularizó el término a través de su libro “Isla del cielo” de 1967.
En el mismo año fue publicada una monografía muy influyente llamada “Teoría de la biogeografía insular“, escrita por dos respetados investigadores, los ecologistas Robert H. MacArthur, de la Universidad de Princeton, y Edward O. Wilson, de la Universidad de Harvard.
En ella, establecieron y explicaron los factores que afectan la riqueza de las especies de comunidades naturales.
Además, la monografía expandió el concepto de lo que es una isla, sacándola del océano y abriéndole un lugar en la tierra.
La teoría MacArthur-Wilson usó el término “islas del cielo” para referirse a las mismas cimas de las montañas del desierto de Chihuahua que Heald.
El término tuvo tal aceptación que a las montañas de la región que va desde la Sierra Madre de México hasta las Montañas Rocosas de Estados Unidos se las conoce como el ArchipiélagoMadrense.
Y con el reconocimiento del concepto se identificaron islas del cielo en otros lugares del mundo donde las montañas están aisladas por hábitats de tierras bajas.
Más que un bonito nombre
Aunque todas las cimas de las montañas nos parezcan aisladas, sobre todo cuando estamos en ellas, lo que tienen de especial las que reciben el nombre de islas del cielo es su hábitat.
Las islas del cielo a las que Weldon Heald se refirió -las montañas del sureste de Arizona- estuvieron aisladas desde el período glacial reciente, cuando los bosques montañosos quedaron rodeados por un mar de desierto.
Así como el agua en el caso de las islas, la arena actúa como una barrera para la dispersión de las especies y facilita la divergencia de las poblaciones aisladas.
Gracias a ello, en ellas se pueden encontrar especies endémicas -que no se encuentran en otras partes del mundo- y especies de refugiados o poblaciones relictas (organismos que solían ser abundantes y de las cuales sólo quedan pocos), así como animales cuyas migraciones son verticales, de abajo a arriba y viceversa.
No sorprende que para los científicos sean todo un tesoro.
En el agua o en el cielo, las islas siempre han sido lugares atractivos para los científicos, pues proveen un área controlada para el estudio, como lo fueron la islas Galápagos para Charles Darwin y el archipiélago Malayo para Alfred Russel Wallace, en las que ambos desarrollaron sus teorías de la evolución en el siglo XIX.
Los maravillosos tepuyes
El concepto general de las islas del cielo se fue expandiendo y ahora incluye una variedad de hábitats de alta elevación separados por tierras bajas inhóspitas, que pueden ser mesetas, paramos y hasta praderas alpinas.
Hay islas del cielo mucho más antiguas que las del Archipiélago Madrense, como las de la región de la Gran Sabana Venezolana, que se formaron por la erosión de una meseta enorme.
Los ríos fueron cavando sus profundos cauces, dejando altas mesetas con paredes verticales llamadas tepuis, con bosques subtropicales fríos y húmedos en las alturas, separados por tropicales tierras bajas.
Muchas de las especies y subespecies que se encuentran en esa región evolucionaron in situ.
Pero si lo que buscas es una isla del cielo muy parecida a las del mar, la tuya es la Sierra del Carmen del norteño estado mexicano de Coahuila.
Está tan aislada que muestra los fuertes efectos de insularidad típicos de las islas oceánicas, como diversidad reducida de especies y la resultante expansión ecológica de nicho así como densidad aumentada de varias de las especies de aves residentes.
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