Banderas se izan a diario en miles de ciudades del mundo sin causar mayor revuelo, pero el regreso del pabellón de Estados Unidos a su vieja embajada en La Habana este viernes fue noticia mundial.
E igual atención recibió la reapertura de la sede diplomática de Cuba en Washington, hace unas semanas, pues el reacercamiento entre los dos países ha estado en el centro de la agenda mediática desde que en diciembre del año pasado ambos anunciaran su intención de normalizar relaciones.
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El interés es más que comprensible: después de todo, con estos pasos la región por fin está empezando a desprenderse del último remanente de la Guerra Fría, una era en la que Cuba llegó a estar incluso en el centro de un posible conflicto nuclear.
Pero, 54 años más tarde, ¿es tanta atención un reflejo adecuado de la actual importancia de la nación caribeña en la esfera internacional?
Para Arturo Valenzuela, exsubsecretario de Asuntos Hemisféricos del gobierno de Estados Unidos, la dimensión simbólica de todo el asunto “ha pasado a ser más importante que la parte real”.
“La gente ha estado tan preocupada por el impacto simbólico de esta apertura que todo el mundo está pensando que esto es una gran cosa, especialmente para las empresas y la gente que quiere invertir”, le dijo Valenzuela a BBC Mundo.
“Lo simbólico es importante, no hay que desmerecer eso”, concedió el actual director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown.
“Pero Cuba es un país un pequeño, de 11 millones de habitantes. A excepción de algunos rubros se ha quedado estancada. No tiene grandes industrias”, hizo notar.
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Del tamaño de Guatemala
De hecho, si uno compara cifras como extensión territorial, población y producto interno bruto, el país que más se parece a Cuba en toda la región tal vez sea Guatemala, difícilmente un protagonista destacado en el concierto regional.
Y lejos está la época en la que la isla caribeña tenía el segundo ejército más grande de América Latina y financiaba y apoyaba de distintas maneras a los movimientos de izquierda que, por diferentes vías, intentaban abrirse paso en la región.
“Con el fin de la Guerra Fría mucho de eso cambió. Ya no hay que hacer la revolución ni dar golpes de estado para llegar al poder en Latinoamérica”, destacó Valenzuela.
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Y para Michael Shifter, director del centro de pensamiento Diálogo Interamericano, tampoco hay que sobredimensionar la influencia de Cuba en los actuales gobiernos de izquierda del continente. O en su llegada al poder.
“Uno no puede explicar la emergencia de Rafael Correa, Daniel Ortega o Evo Morales usando a Cuba. Todos son un producto de sus circunstancias y realidades nacionales”, le dijo Shifter a BBC Mundo.
“Y en cualquier caso, Cuba difícilmente puede apoyarlos más que simbólicamente“, agregó.
De hecho, para Shifter, la influencia cubana en las decisiones internas de esos países ha sido marginal, “con la posible excepción de Venezuela”.
“Y aún en ese caso es difícil saber a ciencia cierta qué tan influyente realmente es”, concedió.
Golpeando por encima de su peso
Analistas como el cubano Arturo López Levy, sin embargo, consideran que Cuba sí aporta algo más que capital simbólico a sus aliados en América Latina.
“Dados los altos niveles de desigualdad que hay en América Latina, el cuerpo de doctores y maestros que Cuba ha desarrollado es un apoyo importante para sus aliados políticos en la región“, le dijo a BBC Mundo.
“Y Cuba ha desarrollado, como parte del enfrentamiento con EE.UU., servicios de seguridad y de inteligencia bastante eficientes, que pueden contribuir a la defensa de esos proyectos políticos“, explicó.
Pero López Levy, quien se desempeña como profesor adjunto del Centro de Estudios Globales de la Universidad de Nueva York, también es de quienes piensan que la influencia cubana en América Latina, más allá de lo simbólico, “está sobrevalorada”.
Y coincide con Valenzuela cuando este afirma que La Habana ya no está interesada en exportar su modelo, como 50 años atrás.
“Tampoco creo que la izquierda en Venezuela esté pensando en adoptar el modelo cubano, o la izquierda ecuatoriana, cuando los mismos cubanos están buscando un cambio”, agregó.
Esas capacidades, sin embargo, y la disposición de Cuba a enviar doctores atender emergencias médicas como la crisis del ébola en África occidental o el brote de cólera en Haití, ciertamente son una de las razones por las que la isla antillana sigue“golpeando por encima de su propio peso”.
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Y Geoff Thale, el Director de Programas en la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), cree que lo va a seguir haciendo.
“Cuba va a seguir enviando doctores al extranjero, ofreciendo servicios médicos y becas de estudio, que son muy populares entre los países en desarrollo”, le dijo Thale a BBC Mundo.
“Y eso, junto a su historia y simbolismo, también es lo que hace que no esté en la misma categoría de países como Guatemala”, explicó.
El factor cubano-americano
Arturo Valenzuela, sin embargo, cree que para poder mantener su política de solidaridad internacional, en ausencia de las donaciones de petróleo venezolano, la mayor de las Antillas necesita de elementos “que no tiene la Cuba de hoy en día”.
“Necesitaría de una economía moderna, instituciones modernas, tecnologías modernas, y en todo eso se ha quedado tremendamente rezagada”, le dijo a BBC Mundo.
Y el exasesor de Barack Obama cree que la condición que muchos consideran indispensable para que Cuba pueda aspirar a reactivar plenamente su economía –el fin del embargo– “no se divisa en un futuro próximo”, por ser una decisión que le corresponde al congreso y no al poder ejecutivo.
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Pero, ¿no prueba eso acaso que la cuestión cubana sigue siendo al menos un factor de peso en la política interna de Estados Unidos?
“La mayor sorpresa de este cambio de política hacia Cuba es lo poco que le ha importado a la gente en EE.UU. Y no creo que el tema vaya a tener un rol importante en las próximas elecciones”, es la valoración de Michael Shifter.
Y es que aunque el estado de Florida siempre será decisivo en una contienda apretada, el director de Diálogo Interamericano siente que el tema no moviliza de la misma manera a las nuevas generaciones de cubanoamericanos.
Y Shifter destaca que incluso Marco Rubio, el principal precandidato republicano de origen cubano, rara vez menciona el tema de Cuba en sus discursos sobre política exterior.
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“Es un político inteligente. Y no va a cambiar su posición sobre Cuba. Pero tampoco la va a convertir en un tema central de su plataforma electoral”, explicó.
Un país al que ponerle atención
El analista, sin embargo, advierte que el peso simbólico de Cuba tampoco va a evaporarse completamente de la noche a la mañana.
Y también cree que el interés por lo que pasa en la isla se mantendrá por cosas que van más allá de ese simbolismo.
“La gente está buscando nuevos modelos, América Latina está en una encrucijada y Cuba es un lugar que claramente está buscando y necesita un nuevo camino“, le dijo a BBC Mundo.
Y por eso, para el director de Diálogo Interamericano, más que compararla con Guatemala a Cuba se la puede comparar con Chile, país con el que compartía una población y un PIB muy similares antes de la revolución.
“Ambos también son países que han experimentado con diferentes modelos, países pequeños que han sabido capturar la atención”, explicó Shifter.
“Cuba obviamente no es ni será una potencia regional, pero sí un país que va a estar haciendo cosas interesantes, lo que también le va a ayudar a mantener un perfil mayor que el que justificaría su tamaño, su PIB u otros factores objetivos“, concluyó.
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