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Es habitual que en el caso especialmente de los equipos grandes se hable por defecto más de su capacidad de creación y realización que de su habilidad para conservar impoluta su propia portería. El caso del FC Barcelona no es una excepción. Las asistencias de Messi, los goles de Neymar, la aportación ofensiva de Rakitic, el descaro de Sandro y Munir… son elementos que suelen acaparar los comentarios, pero no tienen menos importancia en el resultado final que la solidez defensiva de un conjunto que suma ya cinco partidos oficiales consecutivos (todos los que se han jugado) sin encajar un solo gol.

Con 12 goles a favor y ninguno en contra en cuatro partidos de Liga y uno de Champions, el FC Barcelona consigue de momento tranquilizar a un entorno muy preocupado en los últimos tiempos tanto por la falta de centrales como por la marcha de Víctor Valdés, quien dejó un listón altísimo en la meta azulgrana. Era la gran asignatura que debían aprobar los encargados de diseñar el nuevo Barça y por ahora lo han logrado con nota.

Lo noticia atrás está precisamente en que no hay noticias de momento respecto a Claudio Bravo. Desde aquella desafortunada jugada con la que se presentó en Nápoles como azulgrana en encuentro amistoso, el meta chileno apenas ha tenido que intervenir en acción alguna. Ante el Levante, la más peligrosa de los valencianos fue solventada por Rakitic.

Bravo suma ya cuatro encuentros ligueros (360 minutos) sin recoger la pelota de dentro de su propia portería. Elche, Villarreal, Athletic y Levante han sido incapaces de marcarle un tanto. El secreto no está solo en el portero, sino en un trabajo defensivo general que impide que el rival cree ocasiones. 

A los números de Bravo hay que sumar los de Ter Stegen, quien tampoco recibió ‘diana’ alguna en el único encuentro de que ha disputado, el de Champions ante el APOEL. Es más, el alemán incluso se lució con una parada final en el los últimos instantes que evitó el empate. La imbatibilidad es siempre símbolo de trabajo bien hecho.