El gran fotógrafo estadounidense Steve McCurry, mundialmente célebre por su fotografía “La niña afgana”, tapa de la revista National Geographic en 1985, es motivo de duras críticas desde hace algunos meses por acusaciones de manipulación digital de varias de sus fotografías hechas en la India y en Afganistán.
En el campo de la fotografía de prensa hay algunas reglas que no deberían romperse. El valor indicial de una imagen fotográfica (analógica o digital) debe mantenerse dentro de ciertos parámetros técnicos y éticos, para no perder relación testimonial con el referente (el sujeto fotografiado) que hace que la imagen (junto con su correspondiente epígrafe) sea útil como pieza informativa. Y cuando la imagen ha sido manipulada más allá de esos parámetros, es deber del medio aclararlo para que el lector no sea llevado a engaño. Esta regla está escrita en todos los manuales de estilo de los más serios y tradicionales medios gráficos del mundo. En algunas de las imágenes de McCurry que han sido criticadas, directamente fueron borradas personas enteras, tal vez en la búsqueda de la foto perfecta; meta que gran parte de los fotógrafos persiguen, en alguna medida, para satisfacer la demanda de un mercado (y un público) que sólo quiere ver aquello que se acerca a ciertos ideales estéticos del pasado, pero que sin embargo siguen vigentes en el imaginario público.
Mañana se inaugurará una nueva gran exposición de McCurry en el Centro Cultural Borges. La primera vez que llegó a Buenos Aires fue en 2010 y la muestra fue todo un suceso. En esta ocasión Sin fronteras reunirá más de 100 imágenes (seleccionadas junto con la curadora Virgina Fabri) de su archivo personal tomadas principalmente en los Estados Unidos y en América latina. E incluirá varias de sus tempranas fotografías en blanco y negro realizadas al inicio del conflicto bélico en Afganistán en los años 70.
Con motivo de esta inauguración, McCurry accedió a hablar vía Skype con LA NACION desde su casa en Arizona.
-En una de las varias entrevistas que usted dio acerca de su trabajo, declaró que su famosa foto “La niña afgana”, en los años 80, significó un cambio radical en su vida. ¿Podría decir que este reciente episodio de las acusaciones de manipulación en sus fotografías también representan un cambio importante en su carrera?
-Para nada. Yo no trabajo para diarios, la última vez que trabajé para los diarios fue en 1977. Yo no hago fotografía de prensa. Hay que entender la diferencia que existe entre las noticias y el periodismo y fotografiar para uno mismo. No estoy fotografiando noticias. No reflejo el mundo tal como es. Hay que mirar la historia de la fotografía. Hablemos acerca del trabajo de Ansel Adams por ejemplo. Él no trabajaba para diarios. Más allá de algunos trabajos documentales aquí y allá, trabajaba para sí mismo. Usaba filtros, manipulaba sus copias en el cuarto oscuro. Era su proceso creativo. Y todavía no existía el Photoshop. ¿Cambiar la realidad por medio de manipulaciones analógicas está bien. ¿Qué piensa usted?
-Creo que desde el principio todo acerca de la fotografía es manipulación. En la historia del fotoperiodismo tenemos muchos casos?
-Perdón, perdón. Primero que nada, me parece que puede resultar difícil de aceptar que la gente cambia, evoluciona. Y creo que a usted le gustaría pensar en mi como el mismo fotógrafo que era en 1977. Si usted quiere pensar así, es su problema. Usted es libre de pensar lo que quiera. Pero si quieren insitir en etiquetarme de esa manera, no es algo que yo pueda controlar. Si usted quiere decir que yo no tengo el derecho a evolucionar, el derecho a cambiar, de crecer, de de experimentar nuevas cosas, esa será su posición. Yo le diría a su editor que?
-No mal interprete lo que quería preguntar. La respuesta que usted me dio es suficiente para mi.
-Ustedes quieren etiquetarme, quieren atarme a los mismos estándares, las mismas prácticas de sus periódicos. Tal vez skype no funcione bien, pero me voy a mantener diciéndole que yo no trabajo para los diarios, no trabajo para las revistas. Y usted sigue ignorando ese punto. No se qué decir. Tengo cosas más importantes que hacer que desperdiciar mi tiempo diciéndolo una y otra vez.
-Pasemos a otro tema. ¿Por qué la muestra se titula “Sin fronteras”?
-Viajo por el mundo 40 años. Creo que la humanidad está más allá de los bordes.
Usted ha sido muy reconocido por su trabajo en la India y en Afganistán. ¿Por qué se focalizó desde sus inicios en esos países?
-Me enamoré de la variedad de la cultura de estos pueblos, la religión, un lugar increíble para explorar. De hecho he regresado allí más de ochenta veces.
Usted se encuentra en una posición privilegiada en el mundo de la fotografía. ¿Cómo ve el futuro del fotoperiodismo en el mundo?
-Bueno, estamos volviendo al mismo punto del principio. No he trabajado para diarios desde 1977. No sé si mi opinión sea particularmente importante. Pienso que el futuro es Instagram. Es el comienzo de un tiempo nuevo que empieza a evolucionar. En un punto, lo fundamental seguirá siendo lo mismo. Como fue la pintura en el pasado, pienso que siempre habrá una necesidad de imágenes fijas, sin duda alguna. Todos necesitamos que alguien nos diga qué está sucediendo y que nos dé su punto de vista.
-¿Qué persigue con su fundacion “Imagine Asia”?
-Nosotros ayudamos a algunos estudiantes afganos y tenemos un programa para jovenes afganas para aprender fotografía como medio de expresión, tomando imágenes de sus amigos y familiares. Mi hermana (que dirige la fundación) estuvo trabajando este año junto a la organización PH15 y el CCB en talleres para jóvenes aborígenes en el norte de Salta, en la Argentina. Los resultados han sido espectaculares. Es sorprendente lo rápido que aprenden y como pueden contar historias con sus cámaras.
-¿Qué consejo les daría a los jóvenes fotógrafos?
-Deberían aprender cómo los grandes maestros han trabajado en el pasado. Hay tantos hermosos trabajos en la historia de la fotografía? También pienso que es importante practicar y fotografiar cosas que te interesen. Yo creo que es una hermosa profesión, pero uno nunca debe perder su visión artística. Contar tu historia, a tu manera, encontrar tu propia voz, con pasión, con amor.
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