Según varios funcionarios nacionales quien informó sobre la caída de Cristian Lanatta y Schillaci fue Pullaro, en una reunión en el Ministerio de Seguridad de la Nación. Después, ya en Santa Fe, se corrigió. Pero el dato ya había sido trasladado a Macri y a los medios.
Anoche la búsqueda de los presos continuaba. Los investigadores no saben si andan a pie o consiguieron otra camioneta. Sería probable: llevan armas largas y han realizado ya varios secuestros. Aunque con la peculiaridad de no asesinar a sus víctimas. Como el elefante blanco del clásico cuento de Mark Twain, las fuerzas de seguridad fueron dando una versión más feroz de los Lanatta y Schillaci, a medida que se volvía más difícil capturarlos. Más allá de otros auxilios, los delincuentes cuentan con una protección involuntaria: la enemistad de las fuerzas que están detrás de ellos. Por ejemplo, para llegar a la cárcel donde quedó encerrado Martín Lanatta los gendarmes debieron tomar un helicóptero, ya que la policía santafecina les impidió circular por la carretera. Noches atrás, personal de Gendarmería y de la Bonaerense se enfrentaron a los tiros en el parque Pereyra de Berazategui.
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