El Gobierno de Venezuela ha utilizado la amenaza de una invasión “imperialista” por parte de Estados Unidos para justificar la acumulación de armas, muchas provistas por su aliado Rusia durante el mandato del fallecido Hugo Chávez.
Los misiles, que pueden ser operados por una sola persona, representan una seria amenaza para los aviones comerciales y militares cuando vuelan a baja altitud.
Expertos en armas dijeron que desde hace tiempo se teme que los misiles puedan ser robados, vendidos o canalizados a manos equivocadas, preocupaciones exacerbadas por la actual ola de protestas antigubernamentales en el país petrolero.
De acuerdo con una presentación militar venezolana, vista por Reuters, el país sudamericano cuenta con 5.000 Sistemas de Defensa Aérea Portátil SA-24 (MANPADS, por sus siglas en inglés), también conocidos como el Igla-S.
El documento visto por Reuters proporciona el cálculo más completo hasta la fecha del tamaño del arsenal venezolano. Los registros públicos de armas confirman la mayor parte de las cifras observadas en la presentación militar venezolana.
El Gobierno venezolano y funcionarios militares no respondieron a las solicitudes de comentarios de Reuters.
Favoritos de los insurgentes
En principio desplegados por los Estados Unidos y la Unión Soviética en la década de 1960, este tipo de arma se volvió popular entre los grupos insurgentes por ser misiles portátiles, eficaces y relativamente fáciles de operar.
Fue así que Estados Unidos comenzó a destruir arsenales de MANPADS en regiones inestables del mundo. Pero se cree que algunos misiles no registrados en Libia, después de la muerte del ex líder Muammar Gaddafi, han terminado en otras partes de Oriente Medio.
No hay evidencias de que el Estado venezolano haya utilizado o transferido sus MANPADS, pero Mike Pompeo, el director de la CIA, la agencia de inteligencia de Estados Unidos, dijo la semana pasada que los misiles de Venezuela representaban una amenaza de seguridad regional “increíblemente real y seria”.
Políticos estadounidenses de derecha, como el senador republicano de Florida, Marco Rubio, han acusado a Venezuela de colaborar con grupos insurgentes, entre ellos el grupo chií libanés Hezbolá y los rebeldes colombianos de las FARC.
El Gobierno venezolano considera que esas afirmaciones son mentiras para justificar una potencial intervención extranjera.
Algunos expertos en inteligencia piensan que los temores son exagerados.
“La línea entera de Hezbolá ha sido distorsionada con propósitos políticos por los elementos más extremos de la derecha estadounidense”, dijo un ex funcionario de la CIA a Reuters.
Lo cierto es que Venezuela es el hogar de un próspero comercio ilícito de armas: pistolas, rifles, ametralladoras e incluso granadas están al alcance de cualquiera en el mercado negro y en las violentas cárceles del país.
En el pasado, Colombia también ha acusado a Caracas de armar guerrilleros, y funcionarios del vecino Brasil han expresado preocupación ante la posibilidad de que las bandas de narcotraficantes brasileños estén adquiriendo arsenales de Venezuela.
Un ex general de alto rango, que pidió no ser nombrado, dijo a Reuters que los misiles MANPADS están congregados, principalmente, en la costa venezolana, debido a los temores del Gobierno de un ataque desde Estados Unidos.
El entrevistado precisó que Venezuela posee 1.500 lanzadores que son fundamentales para el funcionamiento de los misiles.
Preocupaciones de EE.UU.
Los MANPADS, parecidos al sistema Stinger usado por Estados Unidos, fueron comprados hacia el final del mandato del difunto presidente Chávez.
“No queremos guerra”, dijo Chávez en el 2009, mientras decenas de soldados marchaban frente a él exhibiendo el armamento sobre sus hombros. “Pero estamos obligados a capacitarnos y tener una Fuerza Armada cada día mas entrenada, mejor capacitada, mejor equipada, para asegurar la soberanía de este gran territorio”.
Rusia le prestó a Venezuela 4.000 millones de dólares para comprar armas cuando Chávez visitó Moscú en el 2010. No está claro si los misiles MANPADS fueron parte de este acuerdo.
El Registro de Armas Convencionales de las Naciones Unidas (UNODA) y el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI) muestran el envío de 3.800 misiles MANPADS de Rusia a Venezuela durante la última década. Estos registros vienen de informes voluntarios y suelen estar incompletos.
En 2009, la entonces Secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, pidió al ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, que detuviera la venta de MANPADS a Venezuela debido a preocupaciones sobre la gestión de su arsenal, según mensajes filtrados por WikiLeaks.
El mismo año, Bogotá dijo que el gobierno de Suecia confirmó que tres lanzadores de cohetes encontrados en un campamento de las FARC, en Colombia, eran parte de un lote que Suecia había vendido a Venezuela en la década de 1980.
Documentos internos de las FARC incautados por Colombia en Ecuador en el 2008 dan a entender que el grupo guerrillero estaba interesado en obtener misiles MANPADS y emprendieron conversaciones con funcionarios venezolanos sobre cómo podrían obtenerlos; aunque no existe evidencia de que esto pasara.
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